Todo el resto de la noche estuvimos intercambiando miradas
cómplices. Me moría de ganas por estar a solas con ella y poder retomar donde
lo dejamos. Ni siquiera estaba del todo seguro qué era lo que seguía, pero
necesitaba saberlo.
Desgraciadamente eso no fue posible. Todo el resto de la
noche nuestros primos estuvieron con nosotros en todo momento.
-
Voy a buscar algo más para tomar – dije
en un momento dado, mirando a Valeria, para hacerle entender que la esperaba
adentro.
-
¡Banca! Vamos todos directamente, ya está
refrescando, vayamos y seguimos adentro - acotó mi primo, arruinando toda
posibilidad de quedarme a solas con mi prima.
Ese fue el único intento de poder volver a hablar con ella
que llegué a realizar. Al poco tiempo de mudarnos al comedor, ya todos
empezaron a levantar campamento y decir que era hora de irse. No me quedó mucha
más opción que hacer lo mismo. Después de todo, mis tíos estaban dele repetir
que “era tarde”, invitando cordialmente a que cada uno se vaya a su casa.
Saludé a mis primos, mis tíos y mis viejos. Quedó para el
final Vale a la cual al estar rodeados por toda la familia no pude más que
abrazar y dar un beso.
-
Feliz cumpleaños primita, espero que lo hayas
pasado bien hoy – le dije, honestamente sin ningún tipo de doble intención.
Es algo que solía decir en esas situaciones.
-
Si, muy, gracias – me dijo con una
sonrisa de oreja a oreja.
Cuando me dijo eso entendí el doble sentido que podía haber
tenido mi frase y le correspondí la sonrisa.
-
¡Bueno! Parece que se arreglaron las cosas
– acotó Sofía que estaba justo detrás de su hermana.
Era verdad. El escenario era completamente distinto. Había
llegado a esa casa y mi primita me había recibido con ojos llenos de furia y
durante casi toda la noche no me había querido dirigir la palabra. Y ahora me
estaba yendo mientras compartíamos una sonrisa cómplice y un secreto que solo
nosotros conocíamos.
Eran las 3 y media de la mañana cuando llegué a casa y no
debo haberme dormido antes de las 5, seguía repitiendo ese momento en el living
una y otra vez en mi cabeza.
Quería mandarle un mensaje a mi prima, pero no quería
parecer un desesperado. Yo era el grande, el maduro en todo esto, no podía
comportarme como un pendejo necesitado. La veinteañera era ella. Guau, veinte
años, alegre, hermosa y divertida. Mi primita. Lo que hace unas semanas parecía
una fantasía fuera de lugar, ahora estaba convirtiéndose en realidad.
---------
Dos y media de la tarde. Dolor de cabeza. Sol entrando por la
ventana y dándome directo en la cara. Así fue mi despertar.
Me costó unos minutos terminar de despabilarme pero cuando
logré hacerlo y empecé a estirarme, todo lo acontecido la noche anterior empezó
a volver.
Tanteando con la mano, busqué mi celular en la mesa de luz,
pero no estaba. No era la primera vez que pasaba. Rebusqué con los brazos entre
las sabanas y bingo. Me había dormido con el celular en la mano de nuevo.
Prendí la pantalla y ¡Sí! Tenía mensajes sin leer. ¿Me había
escrito mi primita?
Desbloquee el celular y entré a Whatsapp. Tres mensajes sin
leer en total. Todos de la misma persona. Todos de Laura.
Hace una semana eso me hubiera alegrado la mañana y puesto
de bueno humor. Nos llevábamos bien, me parecía super interesante. Pero esa
mañana, al ver su nombre en los mensajes sin leer, me sentí decepcionado. No
era la persona que quería que me escribiera ese día.
-
Eu! Cómo estas?
-
Tenes ganas de hacer algo hoy a la noche?
-
Un amigo me sugirió un bar que creo que te
puede gustar.
Los mensajes eran de hace un par de horas. Con el celular
entre las sábanas, con una almohada encima, tal cual como lo había encontrado,
claramente no había hecho el ruido suficiente cuando entraron los mensajes, como
para lograr despertarme.
Ni siquiera pasó por mi cabeza contestarle. Después de leer
los mensajes dejé caer el celular sobre la cama de nuevo y me quedé mirando el
techo.
¿Por qué Valeria no me había mandado nada todavía? ¿Lo iba a
dejar pasar como algo de una vez y listo? Quizás estaba asustada por lo que
había pasado. No, no podía ser, una parte de mí me decía que ella quería lo
mismo que yo, quería que yo la besara y por eso no dijo más nada. Por eso me
sonrió después. Quizás no sabía cómo manejar esa situación. No podía culparla,
a mí me pasaba lo mismo y se supone que yo era el más grande de los dos. El que
tenía más experiencia y tenía todas las respuestas. Después de todo, yo fui el
que la besó a ella.
Decidí levantarme y preparar algo para comer. Mientras lo
hacía, recordé que no le había respondido nada a Laura. La verdad con lo que
había pasado la noche anterior, no sabía cómo actuar con ella. Valeria se había
puesto así cuando supo que había pasado algo entre nosotros, seguir saliendo
con ella, seguramente iba a ser para peor.
Tenía muchos sentimientos encontrados. Por un lado, Laura me
gustaba. Pero si tenía que elegir, ella no me hacía sentir lo mismo que mi
prima. Vale me tenía totalmente loco. Cada vez que pensaba en ella su imagen se
veía bien lúcida en mi cabeza. Su sonrisa, sus ojos, ella de cuerpo entero,
posando para una foto, sonriendo, luciendo ese cuerpito tan perfecto que me
encantaba. Cada vez que pensaba en todo eso mi cuerpo sentía la necesidad de tenerla
entre mis brazos. Agarrar su cinturita con mis manos y traerla hacia mí. Sentir
sus brazos sobre mis hombros con sus manos juntándose detrás de mi cabeza.
Nuestra mirada fija en los ojos del otro.
Laura no me hacía sentir todo eso. Era solo Laura, una chica
linda, divertida, que me gustaba y estaba buena, sí, pero ese era el
sentimiento, ahí terminaba.
Había algo más que debía tener en cuenta después de lo que
había pasado la noche anterior. Vale era una chica joven, 20 años, una pendeja.
Quién sabe cómo podía reaccionar si después de besarla, yo seguía saliendo con
su amiga. ¿Quién sabe qué podía pasar si hacía algo que a ella no le gustaba?
Sentí un poco de pánico. ¿En qué lío me había metido? La situación que me había
imaginado la noche anterior con toda mi familia queriendo matarme todavía se
podía volver realidad.
-
No, calmate – me dije a mi mismo – Valeria
es mucho más madura que eso. No llegaría a hacer algo así solo por sentirse
rechazada. Tendría que irme muy a la mierda como para que algo así pasara. Relajá.
Frenar y pensar en frío era lo correcto. Lo que tenía que
hacer ahora era comer algo, relajarme y pensar qué le podía responder a Laura.
Tampoco quería tratarla mal, ella no tenía nada que ver y no se lo merecía.
Decidí que lo mejor era verla en persona, pero que no pasara
a mayores. Solo salir como amigos y después decirle que no nos veía funcionando
como algo más. Esa era la opción uno. La dos, era decirle que mantengamos todo
100% a espaldas de mi prima. Iba y venía entre las dos. Era arriesgado, pero a
la vez, tener la posibilidad de ponerla de vez en cuando no es algo que se
tiene que tomar a la ligera, además no sabía si lo de Valeria iba a prosperar o
si había sido una cosa de una sola vez. Después de todo era una situación
complicada como para “proyectar a futuro”.
Decidí escribirle y empezar a decidir el mejor camino sobre la marcha.
-
Ey! Todo bien! Disculpá. Recién me levanto.
Lo del bar puede estar bueno!
La respuesta no tardó mucho en llegar.
-
Noche larga, no?
-
Si, era el cumple de Vale y nos quedamos
hasta tarde.
-
Cómo estuvo? Lo pasaron bien?
-
Si, estuvo tranquilo, pero estuvo bueno.
-
Si, ella me dijo lo mismo.
¿Había hablado con Valeria? ¿Hoy? ¿Para qué?
-
Ah! Ya hablaste con ella?
-
Si, como no me respondiste y sabía que había festejado
su cumpleaños con la familia anoche, le pregunté por las dudas, a ver si habías
ido. Pregunte por arriba para que no sospeche nada raro.
Valeria no es ninguna boluda, ya sabía todo desde antes de
que yo se lo confirmara. Pero no valía la pena decirle nada a Laura, mejor
cortar el tema ahí.
-
Ah! Okok. Y cómo querés hacer hoy a la noche?
-
Si te parece, nos encontramos ahí a las 10.
Es cerca de mi casa. Se que no te queda muy a mano, pero de última después te
quedas en casa así no tenés que volver hasta allá.
No podía decirle que no sin darle demasiadas explicaciones.
Así que no me quedó otra que decirle que si.
-
Si dale! Te veo ahí entonces.
Pasé una buena parte de la tarde imaginando escenarios en mi
cabeza de cómo podía comportarme con Laura esa noche. Hasta no saber qué era
todo esto con mi prima y no descifrar donde iba a terminar, no podía
arriesgarme. Tenía que congelar la situación con ella. No hacer algo que
pudiera molestar a Vale pero tampoco sacarme de encima a Laura de una. Si mi
fantasía con mi prima no se volvía realidad, Laura era mucho más que un premio
consuelo. Definitivamente era una chica con la que me veía saliendo.
Tipo 6 de la tarde me llegó un mensaje de Laura.
-
No me mates, pero te molesta si Vale se nos
suma hoy a la noche?
Me descolocó por completo esa pregunta. ¿Cómo sabía Valeria
que nosotros íbamos a salir? Laura no le había contado nada y yo no le había
dicho a Laura que Valeria ya sabía.
-
Mi prima?
-
Si, perdón! Es que me escribió para
preguntarme si te había podido localizar. Se ve que no fui muy sutil cuando le
escribí a la mañana. Me dio a entender que ya sabía que estábamos saliendo, así
que le conté que nos íbamos a ver hoy a la noche.
-
No era que íbamos a mantenerlo entre
nosotros?
Sentía un poco de bronca, todo mi plan de manejar las cosas
con calma se estaba viniendo abajo.
-
Si, perdón! Pero me parece que ya sabía. Por
suerte no me dijo nada malo. Se lo tomó super bien. Me preocupé por nada se ve.
No. No se había preocupado por nada. Valeria estaba super
enojada la noche anterior y era porque Laura y yo habíamos estado juntos
después del bar. No había forma de que se estuviera tomando todo esto bien.
Estaba disimulando para que la amiga no se diera cuenta. Pero si venía con
nosotros al bar iba a explotar y seguro la noche terminaba en escándalo. Tenía
que inventar algo para evitar que se sume.
-
No va a ser medio raro que venga con
nosotros?
-
Yo le di a entender lo mismo, pero me
insistió mucho, no le pude decir que no.
¡Mierda! Claramente quería enfrentarnos y ponerme en esa situación
de mierda. Quizás hasta le terminaba diciendo a Laura lo que había pasado la
noche anterior.
A Vale la conocía lo suficiente como para saber cómo podía reaccionar en
situaciones normales, pero no tenía ni idea cómo podía reaccionar Laura al enterarse
de que yo había besado a mi prima. Ya me veía siendo viral en redes. El
pervertido del que todos comparten fotos para advertir a las mujeres.
No se me ocurrían muchas excusas para inventar y tarde o
temprano iba a tener que enfrentar la situación, así que decidí ir para
adelante y aceptar lo que venía.
-
Ok, no te preocupes. Nos vemos en el bar a
las 10 y listo, Vale es copada, no es que nos va a arruinar la salida.
-
Obvio! Dale, gracias! Y perdón de nuevo!
No estaba contento con la situación, pero tampoco había mucho
que pudiera hacer. Que pase lo que tenga que pasar, pensé.
---------
Eran las 22.15 cuando llegué al bar. Había estado dando
vueltas un buen rato hasta encontrar donde estacionar. Al ser una zona
residencial, había muchos autos en la calle y pocos lugares permitidos para
dejar el auto.
Entré al bar y empecé a buscar a Laura, hacía 10 minutos me
había avisado que ya estaba ahí, sentada en una mesa chica. No la estaba viendo
por ningún lado, el bar estaba bastante lleno, como suele pasar llegando a fin
de año.
-
Tenés que seguir derecho y mirar a la
derecha, ahí está nuestra mesa – me dio un escalofrío en todo el cuerpo
cuando escuché eso. Inmediatamente me di vuelta y la vi.
-
Vale…
-
Hola primito – me dijo con una sonrisa.
-
Hola – Respondí como un autómata, no sabía
bien cómo reaccionar.
Ella solo me sonreía, esperando que yo diga algo. No parecía
enojada por el hecho de que yo haya decidido salir con Laura. Eso me dejaba con
dos suposiciones. Valeria estaba ahí para mandarme al frente delante de Laura y
humillarme como venganza por besarla y al día siguiente salir con alguien más.
O, estaba ahí solamente para divertirse a expensas mías. Ver cómo me ponía
nervioso y me retorcía un poco. La segunda opción era la más probable
conociéndola.
-
Dale, Lau nos está esperando – dijo
pasando por adelante mío y guiando el camino mientras cargaba una pinta de
cerveza en cada mano.
Tenía puesto un jean bien ajustado y una blusa que terminaba
justo donde empezaba el pantalón, por lo que se le veía un poco la espalda al
caminar. Y cómo caminaba, ese jean hacía que se moviera de un lado al otro como
un péndulo intentando hipnotizarme ¡Qué tortura!
-
¡Dale! ¡Vamos! – me gritó dándose vuelta,
cuando notó que no la estaba siguiendo y sacándome de mi trance hipnótico.
¡Dios! De adelante era peor, se dejaba ver un poco de su
pancita totalmente plana, con el pantalón justo debajo de la línea de su
cintura. Incluso se me pasó por la cabeza que parecía no tener ropa interior,
porque a esa altura ya debería verse algo. Si miraba más arriba, el atuendo culminaba
con un escote bastante pronunciado, claramente tenía puesto un corpiño push-up.
Nunca se vestía con algo tan expuesto. Me había dejado congelado de la
impresión.
Seguimos caminando hasta llegar a la mesa donde Laura estaba
sentada.
-
¿Estaba difícil estacionar? – me preguntó
sonriendo al vernos llegar.
-
Si, es un quilombo venir en auto acá, esta
super lleno – le dije mientras le daba un beso en el cachete y me sentaba
en la silla que estaba enfrente a ella. Valeria se había sentado en la que
estaba al lado de Laura, así que no tenía mucha más opción.
-
Yo vine en taxi, pero me cobró una fortuna, a
la vuelta me voy en bondi – dijo mi prima haciendo puchero.
Pasamos un buen rato conversando de todo un poco. La semana
que habíamos tenido y la que se venía. Hasta que Laura mencionó el cumpleaños
de mi prima.
-
¿Cómo lo pasaron anoche? – preguntó
mirando a Valeria.
-
¡Re bien por suerte! – contestó con una
sonrisa
-
Si, estuvo bueno – agregué yo
-
¿Nada raro? – insistió Laura, dejándome
un poco preocupado, pensando en por qué estaba haciendo esa pregunta.
-
No. ¿Por? – contesté con la voz un poco
entrecortada y dando un sorbo a la cerveza para disimular.
Las dos me miraron. Laura haciendo una mueca extraña y mi
prima sonriendo. Estaba disfrutando verme sufrir la pendeja.
-
No, para sacar conversación – dijo Laura
mientras posaba su mano sobre la mía.
Me estremecí un poco y creo que ella se dio cuenta, por que
sacó suavemente su mano.
-
Voy a pedir otra. ¿Quieren? – nos
preguntó a mi y Valeria mientras se levantaba.
-
No, gracias. Todavía me queda la mitad de
esta – señaló mi prima.
-
Dale. Yo si quiero otra. ¿Queres que vaya yo?
– le ofrecí.
-
No no, vos fuiste la última, ahora vengo
– dijo mientras encaraba rumbo a la barra.
Vale y yo nos quedamos solos por primera vez en la noche.
Llevaba más de una hora conteniéndome para no mirarle el escote, no prestarle
más atención de la que correspondía para evitar que Laura notara algo raro.
Pero en cuanto Laura desapareció de la vista, me di vuelta para mirar a mi
primita.
Ahí estaba ella, mirándome con una sonrisa en la cara,
totalmente consciente de lo particularmente provocativa que estaba y de lo
nervioso que me ponía.
-
Parece que están muy cariñosos ustedes dos -
dijo manteniendo su sonrisa
-
¿Cariñosos? – respondí yo.
Se limitó a mirarme con cara de “No te hagas el tonto” y
seguir sonriéndome.
-
Tampoco la puedo culpar. Estás lindo hoy. Te
queda muy bien esa camisa, primito – dijo mientras me sonreía pícaramente.
-
Gracias. Vos estás muy linda también.
-
¿Si? ¿Te gusta lo que tengo puesto? –
preguntó mientras se tiraba un poco para atrás mirándose el escote y pasando
“inocentemente” su mano por el borde del mismo.
Ni siquiera le respondí. Mi sonrisa lo decía todo. Ella
estaba jugando conmigo y lo estaba disfrutando.
Nuestro intercambio de sonrisas se vio interrumpido cuando
Laura volvió a la mesa.
Me dio mi cerveza y volvió a poner su mano sobre la mía. En
realidad, sobre mi antebrazo, acariciándolo un poco.
-
¿De qué hablaban? – preguntó mirando a
Valeria con una sonrisa.
Mi prima tardó un poco en contestar. El gesto de su amiga no
le había gustado mucho.
-
De anoche – dijo de repente, haciendo que
mi corazón se frene por un instante.
-
¿Si? ¿Qué cosa de anoche? – preguntó
Laura
-
De lo hábil que es mi primito para algunas
cosas – respondió con total seguridad y sosteniéndole la mirada a su amiga.
-
¿Hábil? ¿Hábil con qué? – volvió a
preguntar Laura acariciando más mi antebrazo.
Yo quería que me tragara la tierra ahí mismo.
-
Me dejó completamente dada vuelta anoche, fue
casi un abuso – dijo haciendo una leve pausa que mi corazón acompañó –perdí
todo lo que aposté jugando al poker contra él. ¡Y eso que era mi cumpleaños!
¡Cero piedad!
Laura se rio ante el comentario de mi prima y nosotros la
acompañamos en su risa. Aunque la mía era más nerviosa que otra cosa.
La conversación siguió por otros rumbos, un poco de esto, un
poco de aquello, mientras se iba haciendo más tarde, hasta que de golpe en
medio de un silencio que se había hecho, Laura habló.
-
Estoy un poco cansada. Me parece que voy a
encarar para casa.
-
Si, yo también, estoy muerta – acotó
Valeria
-
Si, yo estoy igual – dije intentando
aprovechar la oportunidad para escapar de esta noche tan rara.
-
¿Queres acompañarme a casa y tomamos algo
antes de que vuelvas? – me preguntó Laura.
-
¿No estabas cansada? – dijo de repente mi
prima.
Yo me quedé en silencio, se estaban mirando entre ellas y
prefería que lo resolvieran solas. Desgraciadamente la jugada me salió mal y
las dos me miraron para que diga algo.
-
La verdad, yo estoy bastante muerto. Si no te
jode yo también encaro para casa.
-
¿Seguro? – insistió Laura tirándome una
mirada por si no había entendido lo que “tomar algo” realmente significaba.
-
Si, perdoná, es que mañana me toca levantarme
temprano – mentí.
Mi respuesta no le gustó mucho a Laura, pero creo que prefirió
no subir más el tono, la situación ya estaba bastante rara con mi prima en el
medio.
-
Si, obvio no hay problema. Igual, en la
semana arreglamos para vernos – Ese último comentario no había sido casual.
Parecía que Laura estaba intentando marcar el hecho de que si no era hoy, iba a
ser en la semana, pero que nos íbamos a ver a solas de nuevo.
Vale se dio cuenta del tono que usó su amiga y para echar un
poco más de leña al fuego, no tardó en hablar.
-
Primito, ya que vas para tu casa, ¿me podrías
alcanzar? – mientras ella me sonreía, Laura la fulminaba con la mirada.
-
Eh… si, supongo que sí. Lau ¿Segura que no te
molesta? – le pregunté a Laura. La verdad es que toda la situación era un
poco extraña, mi prima parecía que estaba marcando territorio.
-
No, obvio, vayan. Mejor que la lleves que ya
es tarde como para que vaya en colectivo sola – lo que decía y lo que
aparentaba iban en sentidos totalmente opuestos.
Finalmente salimos del bar y nos despedimos en la entrada.
Laura y Valeria con un abrazo y cuando yo fui a besar a Laura en el cachete,
ella movió la cara y me besó en la boca fuerte, agarrándome de la cara. Cuando
me soltó me miró fijo a los ojos y se despidió.
-
¡Vayan con cuidado! ¡Nos vemos!
Yo no dije ni una palabra, empecé a caminar rumbo al auto
con Valeria a mi derecha. En el camino no intercambiamos ni una palabra. Tres
cuadras caminando totalmente en silencio.
Subimos al auto y encaramos rumbo a lo de Vale. Va, lo de
mis tíos que es donde ella vivía.
Todo el camino, de nuevo, ni una palabra, lo único que
rompía el silencio era la radio. Yo resistía la tentación de mirarla todo el
tiempo. No sabía si estaba enojada conmigo y no tenía muchas ganas de
descubrirlo, así que me limité a manejar.
Al llegar, frené enfrente a la entrada de la casa de mis
tíos. Tiré del freno de mano y giré mi cabeza hacia la derecha para ver a mi
prima.
No había terminado de girarme que los labios de Valeria
estaban totalmente apoyados contra los míos.
Me tomó totalmente por sorpresa. Hasta ese momento no
habíamos tenido más que un par de intercambios de miradas y sonrisas a lo largo
de la noche. Pero no me veía venir eso así, tan de golpe. Menos después del
beso de Laura.
Su boca estaba presionada contra la mía, esperando que yo
haga un movimiento. Tardé un par de segundos en reaccionar pero le devolví el
beso. Incliné un poco mi cabeza a la derecha y empecé a besar tu labio
inferior, a abrir un poco mi boca y empezar a besarnos de verdad, lenta pero
intensamente. Recordar el momento en el que la punta de mi lengua se encontró
con la suya, me sigue causando escalofríos. Creo que en ese momento a ella
también, porque justo después de ese contacto sentí que se tiró levemente para
atrás. Podría jurar que también se le escapó una sonrisa. Sé que a mí me pasó
exactamente eso.
Seguimos besándonos despacio. Había llevado mi mano derecha
al costado de su cara y acariciaba su mejilla suavemente. No queríamos que ese
momento terminara. En parte porque no sabíamos cómo íbamos a actuar cuando
tuviéramos que vernos de nuevo a la cara, pero también en parte porque era una
situación única. Tantas idas y vueltas, tanto había pasado hasta llevarnos a
esto que los dos queríamos y sabíamos que tarde o temprano iba a pasar, era muy
difícil dejar ir ese momento.
Posé mi mano izquierda sobre su pierna de forma muy suave,
la sentí estremecerse cuando hice eso, se separó por medio segundo de mi boca
pero enseguida volvió a besarme.
Empecé a mover mi mano sobre su pierna muy despacio,
subiendo. No lo hice con ninguna intención en particular, fue un acto reflejo,
pero otra vez se estremeció. Esta vez se separó despacio de mi cara y me miró a
los ojos. Estaba sonriendo. Estábamos sonriendo. Los dos al mismo tiempo nos
mordimos el labio inferior y lo sentimos con la lengua, todavía estábamos
saboreando el beso que nos acabábamos de dar. Nos reímos al darnos cuenta de
que habíamos hecho lo mismo y eso rompió el silencio dentro del auto.
-
Guau – es todo lo que salió de mi boca.
-
Si, guau – sonrió mi prima – estuve toda
la noche esperando poder hacer eso.
-
Yo también – dije sonriendo y dándole un
beso suave en los labios. Esa boca era irresistible al tenerla tan cerca.
Nos quedamos en silencio unos segundos, mirándonos a los
ojos sin saber realmente qué más decir. Yo quería arrancar el auto y que nos
fuéramos de ahí, pero no quería presionarla.
Vale se incorporó en el asiento y yo hice lo mismo, miré
hacia adelante. No sabía que hacer con mis manos, la izquierda se posó en el
volante y la derecha sobre mi pierna. Giré un poco la cabeza para poder verla.
Ella seguía mirando para adelante, todavía un poco perdida pero semi sonriendo.
Seguro pensando también qué es lo que podíamos hacer. Me miró y abrió la boca
como para decir algo. Por fin ella tenía algo para decir, porque yo estaba
totalmente congelado.
En ese mismo instante vi detrás de mi prima que las luces de
la casa se prendían. Había alguien despierto y si estaban prendiendo las luces
del living es porque estaban en esa habitación. Probablemente ya habían visto
el auto. Vale vio mi reacción y se dio vuelta para ver qué había pasado atrás
suyo.
-
Uf – suspiró mientras miraba el techo y
dejaba caer su cabeza contra el asiento en clara señal de frustración.
-
Ya deben haber visto el auto – le dije
-
Si, que pesados.
-
No creo que vean adentro del auto igual, es
de noche y los vidrios están polarizados.
-
Si, no vieron ni ahí. Debe ser mi viejo que
no le gusta que esté en un auto afuera de casa mucho tiempo. Tiene miedo de que
alguien nos sorprenda y nos traté de robar al entrar a casa, cuando me dejan
mis amigas hace lo mismo. Es un paranoico – dijo mientras se incorporaba de
nuevo en el asiento y me miraba.
-
Algo de razón tiene, capaz es mejor que
entres – le respondí sin tener ningún deseo real de dejarla ir.
-
Si – dijo ella sintiendo lo mismo. Lo
veía en su mirada de frustración.
Vale miró hacia la casa una vez más. Abrió su cartera para
sacar las llaves y después de volver a cerrarla me miró.
-
Andá con cuidado – me dijo con un tono
entre pedido y orden, lo cual me hizo sonreír.
-
Si, no te preocupes. Anda dale, descansa.
Me sonrió al darse cuenta de cómo había sonado su frase.
Como una novia sobreprotectora. Miró una vez más hacia la casa, creo que
buscando lo mismo que yo, ver si no se asomaba nadie por la cortina de la
ventana del living. Me miró de nuevo y sin dudar me clavó un beso mientras
agarraba mi cara con la mano derecha, como para asegurarse de que no me iba a
escapar. Fue solo un segundo, pero tener sus labios sobre los míos de nuevo se
sintió muy bien. Nos despedimos con una sonrisa y se bajó del auto.
Me quedé hasta que la vi entrar y con mi cabeza todavía
dándome vueltas, encaré hacia casa. Me sentía muy bien. Como al final de una
primera cita con la persona que te gusta, en la que todo sale como lo
esperabas. Pero esto era levemente distinto. Había sido una noche rara, pero
definitivamente terminó mejor de lo que hubiera esperado. Ya no era un juego de
primos, no era solo un secreto que guardábamos en complicidad, de algo que había
pasado solo una vez, esto ya era algo más.
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