Había pasado una semana desde la noche en el bar y esa
salida con Laura. Habíamos estado intercambiando mensajes los primeros días de
la semana, nada de otro mundo, solo que ambos lo pasamos bien y que estaría
bueno repetirlo. En uno de sus mensajes me volvió a pedir que no le cuente nada
a Valeria de lo nuestro.
Me llamó mucho la atención ese punto. No terminaba de
entender por qué no quería que se enterara ella de que nosotros estábamos
saliendo, así que le consulté por ese tema.
-
Por qué tanta insistencia en que no le
cuente?
-
No quiero que las cosas se pongan raras entre
nosotras.
-
Pero, por qué se pondrían raras?
-
Es que vos viste como es ella. Es medio
sobreprotectora con las personas que quiere.
-
Bueno, pero tampoco es que tenemos tantos
años de diferencia vos y yo. Ya estás grande, te sabes cuidar y también me
conoce. Me suena raro que de golpe no confíe en mí.
-
No entendés. No es por eso. Cuando te dije
que es sobreprotectora, me refería a que es sobreprotectora con vos y no
conmigo en este caso.
-
Conmigo? Por qué se pondría sobreprotectora
conmigo?
-
No sé. Siempre me está hablando de vos. Siempre
me decía que no le caía bien tu ex y que vos te merecías alguien mejor que
ella. Como si nadie fuera suficiente.
Eso me tomó un poco por sorpresa, porque Valeria siempre se
llevó muy bien con Romina, mi ex. Siempre hablaban lo más bien y se interesaba
por todo lo que le contaba en las reuniones familiares.
-
No creo que sea tan así – respondí.
-
Creeme, el otro día que estábamos los 4 en el
bar me tiraba cada cara cuando me acercaba. Por eso prefiero no decirle nada
por ahora.
Recordé el pequeño jueguito o competencia que habíamos
tenido con mi prima, pero preferí hacerme el boludo.
-
Que raro, yo no noté nada raro – mentí
-
Jajaj ustedes los hombres nunca se dan cuenta
de nada. Pero creeme, si no fueras su primo diría que estaba celosa.
-
Jajaj
Decidí terminar el tema ahí, porque en el fondo sabía que si
no le iba a tener que seguir mintiendo. Yo sabía que Valeria se había
comportado medio rara esa noche y sentía que nuestro juego no había sido una cosa
inocente entre primos. Lo que Laura me decía, me estaba obligando a finalmente
aceptarlo.
Podría ser que todo lo que había pasado en mi cumpleaños no
fuera un producto de mi imaginación y que a mi prima en realidad le pasaran
cosas conmigo? Y más importante, si ese era el caso, qué iba a hacer yo al
respecto?
Tenía que destrabar todo este tema y sacarme las dudas que
me estaban volviendo loco.
----
Finalmente había llegado el sábado y era el cumpleaños de
Valeria. Ella todavía vivía con sus padres, así que la celebración familiar iba
a ser en la casa de ellos. Estaba un poco nervioso, había pasado los últimos
dos días dándole vueltas a todo este asunto. No estaba seguro como encararla
para aclarar toda esta situación.
Por un lado, pensaba que lo mejor era hablar de frente. Decirle
que la notaba rara conmigo y preguntarle si le pasaba algo. Por otro lado, me
ponía muy incómodo esa situación, qué pasaba si yo había malinterpretado todo y
quedaba como el pervertido de la familia que le tiene ganas a su primita? Y
encima, si todo esto se daba en una reunión familiar, la situación se iba a
tornar todavía más incómoda. Quizás lo mejor era tratar de probar un poco a ver
como reaccionaba.
Cuando llegué me recibió Sofia, claramente con algunos
tragos ya encima.
-
Primitooo!! – me dijo mientras me
abrazaba y daba un beso sonoro en el cachete – pasá, pasá, estamos todos en
el fondo.
Había tocado una noche bastante calurosa. Así que mis tíos
decidieron poner las mesas afuera en el patio y cenar ahí. Seguí a Sofía por la
casa, pasamos por el living, la cocina, hasta que llegamos a la puerta de atrás
que nos conducía al patio. Mi prima estaba bastante alegre. Fue todo el camino
bailando y moviendo el cuerpo al ritmo de la música que sonaba de fondo. Me
divertía verla así. Por lo general era un poco más seria, pero cuando tomaba un
poco, se solía desinhibir bastante.
Si bien Sofi no tenía la cola de su hermana, no estaba nada
mal para su edad y tomando en cuenta su falta de actividad física. Igualmente,
lo que todos solían notar en ella cuando entraba a una habitación era su pecho,
que se había operado hace ya algunos años. Al igual que la hermana, la
naturaleza le había dado un pecho normal, no pequeño, pero ella siempre se
sintió acomplejada, así que decidió operarse para superar esa situación.
Después de todo, varias de sus amigas habían hecho lo mismo.
De todos mis primos, Sofi era con la que tenía la relación
más estrecha. Teníamos la misma edad, con una diferencia de apenas unos 5
meses. Nos habíamos criado juntos prácticamente. Había sido mi primer beso
cuando todavía estábamos en jardín y no entendíamos qué significaba un beso.
También es mi primer recuerdo de ver a una chica desnuda. Y no solo de cuando
nos bañaban juntos en la bañera.
Al ser los dos de la misma edad y pasar tanto tiempo juntos experimentamos
muchas cosas. Solíamos jugar a interpretar partes de películas y también fuimos
conociendo nuestro cuerpo juntos cuando éramos muy chicos.
Todavía no entendíamos la diferencia real entre un varón y una mujer a esa
edad, pero fuimos mostrándonos desnudos y permitiendo a uno tocar el cuerpo del
otro. Típica cosa de chicos que no entienden y que están empezando a ver las
diferencias entre sus cuerpos, algo inocente que según me había explicado una vez
una ex, es super común que pasé entre primas y primos o entre hermanos y
hermanas.
Recuerdo que incluso en nuestra adolescencia, cuando recién
descubría la masturbación, el porno y eventualmente los relatos eróticos, Sofí
era una de mis fantasías más frecuentes.
En esa época Vale no era más que una nenita que jugaba con muñecas, pero Sofi y
yo estábamos en pleno colegio secundario, saliendo a bailar por primera vez y
teniendo nuestras primeras incursiones íntimas con el sexo opuesto.
Mientras caminábamos por el pasillo, iba rememorando esas
situaciones. Se me vino a la cabeza un verano, en el cual nuestras familias
fueron juntas a la playa por una semana. Solíamos alquilar un departamento 4
ambientes. Dos de las habitaciones, se las dividían entre nuestros padres y en
la tercera dormíamos nosotros 3 juntos, cada uno en su cama individual. Yo
tenía las hormonas descontroladas y entre los videos porno y los relatos que
había leído, una noche cuando ya estábamos todos en nuestras respectivas camas,
empecé a fantasear con que Sofía se iba a levantar de su cama, caminar
lentamente hacía la mía y se iba a meter bajo las sábanas sin decir nada. Me
imaginé a mi prima besándome y acariciándome la cara, el pecho, el estómago
hasta llegar a mi entrepierna. Todo intentando hacer el menor ruido posible al
no estar solos en la habitación.
Cabe destacar que en esa época todavía no había estado con una chica, por lo
que el solo hecho de imaginarme esa situación, alcanzaba para provocar que mi
cuerpo reaccione.
Era de noche, las luces estaban apagadas, apenas entraba un
leve reflejo por la cortina de la ventana, así que era casi imposible ver lo
que pasaba a un metro de distancia. Casi sin darme cuenta empecé a acariciarme
suavemente sobre el slip. Fue instinto puro, pero el corazón me latía a mil por
hora y la sensación de sentir que en cualquier momento mi prima se podía
levantar y hacer realidad mi fantasía me estaba volviendo loco. Para mi
desahogo y desgracia a la vez, no tardé mucho en venirme. Llegué a apretarme de
tal forma que todo había quedado dentro de la ropa interior, pero había hecho
un enchastre.
Siempre recuerdo ese momento porque podría jurar que cuando
yo me vine, vi un reflejo en la cara de Sofía que solo podía indicar que tenía
los ojos abiertos. Entre el pánico y el no saber que hacer, decidí quedarme
quieto hasta quedarme dormido. Uno de los momentos más patéticos de mi vida,
pero hoy por hoy lo recordaba y me causaba mucha gracia. Siempre me quedó la
duda, nunca pude confirmar si me había imaginado que Sofía estaba despierta o ella
se había dado cuenta de lo que yo había hecho.
Hoy por hoy, mi prima no me despertaba ningún tipo de morbo
o deseo. A medida que fuimos creciendo nuestras formas de pensar y ver el mundo
nos fueron separando cada vez más. Ella era una chica que se preocupaba
demasiado por el “qué dirán”. Siempre hacía lo que las amigas hacían, compraba
lo que las amigas compraban y nunca parecía tener un pensamiento propio sobre
temas serios. Su atención estaba perdida en su celular incluso cuando estaba
rodeada de gente y su actitud en los últimos años era la de una persona “seria”
o aburrida. Ese tipo de forma de ser siempre me generó rechazo en el sexo
femenino. Quizás era por eso que Valeria me llamaba tanto la atención ahora.
Porque era lo opuesto de la hermana. Siempre interesándose por tener una
conversación sobre temas nuevos, siempre sonriendo y super activa. Todo lo que
Sofía solía ser unos 10 años atrás.
Una vez que llegamos al patio me encontré con que era el
último en llegar. Ya estaban todos entre la mesa y la parrilla, cada uno con un
trago en la mano. Me pareció raro, porque eran las 9 en punto y por lo general
yo era de los primeros en llegar, si hay algo que me molestaba mucho era la
impuntualidad.
-
Qué te paso que llegas tan tarde? Podías
avisar! – me dijo mi viejo cuando me saludó al acercarme a él y a mi tío en
la parrilla.
-
Tarde? Son las 9 en punto! – le respondí
extrañado.
-
Si, pero habíamos quedado que nos juntábamos
todos acá a las 8. Ya estamos sirviendo la carne!
No entendía nada. Me habían avisado que esté a las 9.
Valeria me había avisado.
Miré a mi prima que estaba sentada en la otra punta de la
mesa. Me tenía la mirada clavada de forma tal, que parecía quererme hacer
desaparecer o explotar en el lugar. Enseguida la desvió y siguió prestándole
atención a la charla que estaban teniendo mis primos.
Me había mandado un mensaje el miércoles que decía
claramente que tenía que estar a las 9 ahí. Por las dudas lo revisé:
“SABADO 21 HS EN PUNTO EN LO DE MIS VIEJOS. BESO.”
Era bastante claro el mensaje, no invitaba a mucha conversación
así que solo le había respondido con un “OK. BESO”.
Empecé a mirar los mensajes anteriores que tenía de ella.
Solo tenía la seguidilla de mensajes que me había mandado después del bar.
Nunca le había contestado esos mensajes! Honestamente me había colgado, ni
siquiera me avive cuando me llegó el último mensaje con el horario para la
reunión. Era por eso que estaba así? Se equivocó y me mando por error a las 21
en vez de a las 20? Era raro, el resto de mi familia estaba ahí, así que
claramente era el único que pensó que la reunión era a las 9. Preferí no darle
más importancia por el momento.
Seguí con mi ronda de saludos. Mis tías estaban en la mesa
bien cerquita de la parrilla, así podían estar atentas a cualquier comentario
que mi viejo o mi tío quisieran hacer de ellas a sus espaldas. Todos mis primos
estaban en la otra punta y los fui saludando uno por uno. Finalmente llegué a
Valeria.
-
Feliz Cumple primita! – Le dije mientras
le daba un abrazo, el cual apenas correspondió. Solo sentí que sus brazos
rozaron ligeramente con los costados de mi camisa.
-
Gracias. – la mueca en la cara no podía
siquiera clasificarse como una sonrisa.
Lo dejé ahí, claramente las cosas no estaban bien.
Como había llegado tarde, apenas me senté sirvieron la
comida y toda la cena pasó como de costumbre. Conversaciones mundanas, sin nada
muy relevante para mencionar.
Cada cierta cantidad de tiempo miraba a Valeria que estaba sentada enfrente
mío. Ni una sola vez me miró a la cara, era como si intentara evitarlo a toda
costa.
Después de cenar, mientras mis padres y mis tíos tomaban un
café y se relajaban cerca de la parrilla, totalmente perdidos en su propia conversación,
mi primo Pablo sugirió que juguemos a algo.
-
Dale! trajiste el juego? – me preguntó
Sofía.
-
No, me re olvidé la verdad, salí apurado y lo
dejé en casa. – sinceramente me había olvidado por completo. Tenía la
cabeza en cualquier lado hacía dos días, ni de casualidad se me había pasado
por la cabeza que tenía que llevar el juego.
-
Te dije que lo traigas! – acotó con un
tono un poco elevado Valeria. Primeras palabras que decía en un buen rato y
primera vez que se dirigía a mi desde que llegué y la saludé.
-
Si, perdón. La verdad me re olvidé. Pasé por
lo de un amigo antes de venir acá y ya no llegaba a volver hasta casa para
buscarlo.
-
Amigo o amiga? – dijo Valeria casi
cortando el aire con esa pregunta que pareció fuera de lugar.
-
Amigo. Por?
Ni siquiera me contestó, solo bajó la mirada al celular e
hizo de cuenta que nada había pasado. Lo cual hizo toda la situación mucho más
incómoda para todos.
-
Tampoco es para tanto prima! Trae unas cartas
y juguemos al poker o algo así que hace rato no jugamos – dijo David intentando
bajar la tensión que se sentía en el ambiente.
-
Dale, yo voy! – dijo Sofía.
Entró en la casa y volvió con el set de poker que solíamos
usar de vez en cuando. Era de mi tío, pero él casi no lo usaba. Una de esas
compras impulsivas que siempre le criticaban.
Dividimos las fichas, pusimos 20 pesos cada uno para hacer
el pozo con el que íbamos a apostar y empezamos a jugar.
Cerveza va, cerveza viene, nos la pasamos bastante bien,
riéndonos y conversando de temas sin importancia. Todos excepto Valeria. Ella parecía
apagada, enojada. Jugaba pero no prestaba mucha atención.
El par de veces que quedamos mano a mano casi no me dirigió
la palabra, era como jugar contra un robot. Cero sentimientos.
Era el único con el que hacía esto, porque al resto le
contestaba bien, sonreía y seguía el juego. No era la misma de siempre llena de
alegría, pero al menos a ellos no les clavaba puñales disparados de sus ojos.
De golpe, después de una mano en la cual gané un cara a cara
contra ella, levantó la vista, me miró a los ojos y se paró.
-
Tengo que cargar mi celular, se me está por
quedar sin batería – dijo mientras se levantaba y se metía dentro de la
casa.
Todos nos miramos un poco sorprendidos y sin entender bien
qué le pasaba. Yo sobre todo, ya no aguantaba más ese trato de su parte.
-
Paso al baño, no te tomes mi cerveza! –
le dije a mi primo mientras me levantaba y encaraba hacia la casa.
Cuando entré vi a mi prima al final del pasillo, estaba en
el living que se encontraba a penas entrabas a la casa desde la calle. Ya
estaba un poco cansado de toda esta situación, necesitaba hablar con ella y que
me dijera que le pasaba, así que caminé por el pasillo hasta llegar a ese ambiente.
Valeria estaba apoyada sobre el respaldo de uno de los
sillones. Al verme entrar levantó la cabeza de su celular y se incorporó. Me
corrió la vista y caminó hasta uno de los sillones que se encontraba a mi
izquierda, más lejos del pasillo y más lejos mío.
-
Me podés decir que te pasa? – le dije en
un tono un poco fuerte
-
Nada! Qué me va a pasar? – Me dijo
mirándome a los ojos desafiante
-
Vale, no me digas que no te pasa nada, desde
que llegué que estás rara conmigo. Y que yo sepa no te hice nada como para que
me trates de esa forma.
No hubo respuesta.
-
Vale, por favor, si te dije o hice algo que
te molesto decímelo.
-
Vos sabes lo que hiciste – me dijo,
volviendo a correr la mirada y enfocándose perdida en su celular. No lo estaba
realmente mirando, parecía que solo buscaba un punto fijo donde enfocar sus
ojos.
-
No, no sé. Decime.
-
Me vas a decir la verdad? – me preguntó
-
Si! Pero decime que te pasa!
-
Estuviste con Laura? – me preguntó
mientras levantaba la cabeza y me miraba, ya no con cara de enojada, si no como
si estuviera a punto de llorar.
Me quedé un poco sorprendido por la pregunta y por verla en
esas condiciones. No fue intencional, simplemente me quedé colgado mirándola
sin decirle nada.
-
Y? Me vas a contestar? – volvió a
preguntar
-
Si, estuvimos tomando unas cervezas después
de que ustedes se fueron y después nos fuimos juntos del bar. Nada más.
-
Nada más? No terminaron juntos en la casa de
ella o en la tuya? – preguntó con un tono ya un poco más irónico y molesto.
-
No entiendo que tiene que ver eso con vos.
-
Contestame.
-
Si Vale, fuimos para mi casa. Cuál es el
problema?
De nuevo bajó la vista y no me contestó. Era raro verla así,
tan apagada, sin decir ni hacer nada.
Me acerqué a ella y puse mi mano en su mentón para
levantarle la cara. Tenía los ojos llorosos y los cachetes un poco colorados.
Su boca era hermosa, tan sugerente como siempre o quizás más.
No sé qué se me pasó por la cabeza, pero estando tan cerca
de ella, me incliné un poco más y acerqué mi cara a la suya, sin dejar de
mirarla a los ojos.
Mis labios se posaron suavemente sobre los suyos. No fue un beso con pasión,
pero tampoco fue un roce y si bien fue solo una cuestión de dos segundos, fue
de los momentos más intensos de mi vida.
Cuando separé mi cara de la suya, Valeria me miraba fijo a los ojos totalmente
confundida, o asustada, no lo podía distinguir en ese momento.
Mi corazón empezó a latir fuerte, de golpe lo sentía en mi garganta. Qué había
hecho?!
Mi prima bajó la cabeza y se incorporó para inmediatamente
caminar hacia el pasillo y salir de la habitación.
-
Sos un idiota! – pensé – Es tu prima
imbécil! Tu prima mucho más chica que vos!
Mi cabeza me daba vueltas. En cualquier momento iban a
aparecer por el marco de la puerta, saliendo del pasillo mi tío y mi viejo
hechos una furia, acusándome de pervertido e intentando sacarme a patadas de la
casa. Valeria iba a entrar llorando a la habitación, en los brazos de mi tía
que me miraba con odio desde la entrada del living. Acababa de arruinar mi vida
y provocar caos dentro mi familia.
Estuve fácil 5 minutos apoyado contra el respaldo del sillón
esperando que esa situación se concretara, pero eso nunca pasó.
-
Eu! Estás bien? – Me sacó de mi trance la
voz de Sofía desde la entrada del living
-
Qué? Si. Por?
-
No volviste y me mandaron a buscarte a ver si
te había pasado algo. Te toca a vos! Dale!
No entendía nada. Si Valeria les contó lo que había pasado,
Sofía no estaría en ese momento yéndome a buscar con esa actitud. Me hubiera
agarrado de los pelos y molido a golpes. Claramente Vale no había dicho nada.
Con miedo y lleno de dudas caminé por el pasillo atrás de mi
prima, esta vez sin prestarle atención a su cola o rememorar viejas épocas. Mi
corazón todavía latía en mi garganta y solo pensaba en qué escenario me iba a
encontrar cuando saliera al patio.
-
Ya me tomé tu cerveza, si no se iba a
calentar! – Me dijo mi primo riéndose.
-
Dale, te toca a vos! – insistió Sofía
mientras se volvía a sentar al lado de su hermana.
Vale estaba ahí, en el patio con todos, sentada con la
mirada sobre la mesa. Me la quedé mirando unos segundos, todavía nervioso sin
saber cómo actuar. Me senté en el mismo lugar que había estado antes, enfrente
de Vale. Agarré las cartas y las miré sin prestar atención alguna a qué era
cada una. Sencillamente no podía pensar. Mi cerebro estaba desconectado.
Levanté la mirada de mis cartas y miré a mi primita. No
parecía enojada, no parecía triste, solo parecía ida, igual que yo, con su
mirada perdida en la mesa.
Despacio, mientras aún la miraba, levantó la vista y sus
ojos se encontraron con los míos. Debe haber durado 5 segundos, pero pareció
una eternidad. Era como si nos estuviésemos hablando a través de los ojos.
Ambos intentando incorporar lo que acabábamos de vivir y yo pensando en si me
quedaba mucho tiempo de vida después de haber hecho lo que hice.
De repente la cara de Valeria cambió. Poco a poco su boca
empezó a dibujar una leve y tímida sonrisa. Me volvió el alma al cuerpo. Le
correspondí la sonrisa lenta y disimuladamente, antes de volver a enfocarme en
las cartas.
Una mirada y una sonrisa, eso fue todo lo que necesité para
saber que iba a estar todo bien. Estaba seguro. Lo que venía por delante iba a
ser único, sin igual. Todavía podía sentir el sabor de los labios de mi prima
en mi boca y eso solo hizo que quisiera volver a besarla una vez más. Sabía que
no iba a pasar ese día, en ese lugar, pero también sabía que iba a pasar. Sabía
que todo acababa de cambiar.