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sábado, 27 de junio de 2020

Mi prima Valeria (IV)

Había pasado una semana desde la noche en el bar y esa salida con Laura. Habíamos estado intercambiando mensajes los primeros días de la semana, nada de otro mundo, solo que ambos lo pasamos bien y que estaría bueno repetirlo. En uno de sus mensajes me volvió a pedir que no le cuente nada a Valeria de lo nuestro.

Me llamó mucho la atención ese punto. No terminaba de entender por qué no quería que se enterara ella de que nosotros estábamos saliendo, así que le consulté por ese tema.

-        Por qué tanta insistencia en que no le cuente?

-        No quiero que las cosas se pongan raras entre nosotras.

-        Pero, por qué se pondrían raras?

-        Es que vos viste como es ella. Es medio sobreprotectora con las personas que quiere.

-        Bueno, pero tampoco es que tenemos tantos años de diferencia vos y yo. Ya estás grande, te sabes cuidar y también me conoce. Me suena raro que de golpe no confíe en mí.

-        No entendés. No es por eso. Cuando te dije que es sobreprotectora, me refería a que es sobreprotectora con vos y no conmigo en este caso.

-        Conmigo? Por qué se pondría sobreprotectora conmigo?

-        No sé. Siempre me está hablando de vos. Siempre me decía que no le caía bien tu ex y que vos te merecías alguien mejor que ella. Como si nadie fuera suficiente.

Eso me tomó un poco por sorpresa, porque Valeria siempre se llevó muy bien con Romina, mi ex. Siempre hablaban lo más bien y se interesaba por todo lo que le contaba en las reuniones familiares.

-        No creo que sea tan así – respondí.

-        Creeme, el otro día que estábamos los 4 en el bar me tiraba cada cara cuando me acercaba. Por eso prefiero no decirle nada por ahora.

Recordé el pequeño jueguito o competencia que habíamos tenido con mi prima, pero preferí hacerme el boludo.

-        Que raro, yo no noté nada raro – mentí

-        Jajaj ustedes los hombres nunca se dan cuenta de nada. Pero creeme, si no fueras su primo diría que estaba celosa.

-        Jajaj

Decidí terminar el tema ahí, porque en el fondo sabía que si no le iba a tener que seguir mintiendo. Yo sabía que Valeria se había comportado medio rara esa noche y sentía que nuestro juego no había sido una cosa inocente entre primos. Lo que Laura me decía, me estaba obligando a finalmente aceptarlo.

Podría ser que todo lo que había pasado en mi cumpleaños no fuera un producto de mi imaginación y que a mi prima en realidad le pasaran cosas conmigo? Y más importante, si ese era el caso, qué iba a hacer yo al respecto?

Tenía que destrabar todo este tema y sacarme las dudas que me estaban volviendo loco.

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Finalmente había llegado el sábado y era el cumpleaños de Valeria. Ella todavía vivía con sus padres, así que la celebración familiar iba a ser en la casa de ellos. Estaba un poco nervioso, había pasado los últimos dos días dándole vueltas a todo este asunto. No estaba seguro como encararla para aclarar toda esta situación.

Por un lado, pensaba que lo mejor era hablar de frente. Decirle que la notaba rara conmigo y preguntarle si le pasaba algo. Por otro lado, me ponía muy incómodo esa situación, qué pasaba si yo había malinterpretado todo y quedaba como el pervertido de la familia que le tiene ganas a su primita? Y encima, si todo esto se daba en una reunión familiar, la situación se iba a tornar todavía más incómoda. Quizás lo mejor era tratar de probar un poco a ver como reaccionaba.

Cuando llegué me recibió Sofia, claramente con algunos tragos ya encima.

-        Primitooo!! – me dijo mientras me abrazaba y daba un beso sonoro en el cachete – pasá, pasá, estamos todos en el fondo.

Había tocado una noche bastante calurosa. Así que mis tíos decidieron poner las mesas afuera en el patio y cenar ahí. Seguí a Sofía por la casa, pasamos por el living, la cocina, hasta que llegamos a la puerta de atrás que nos conducía al patio. Mi prima estaba bastante alegre. Fue todo el camino bailando y moviendo el cuerpo al ritmo de la música que sonaba de fondo. Me divertía verla así. Por lo general era un poco más seria, pero cuando tomaba un poco, se solía desinhibir bastante.

Si bien Sofi no tenía la cola de su hermana, no estaba nada mal para su edad y tomando en cuenta su falta de actividad física. Igualmente, lo que todos solían notar en ella cuando entraba a una habitación era su pecho, que se había operado hace ya algunos años. Al igual que la hermana, la naturaleza le había dado un pecho normal, no pequeño, pero ella siempre se sintió acomplejada, así que decidió operarse para superar esa situación. Después de todo, varias de sus amigas habían hecho lo mismo.

De todos mis primos, Sofi era con la que tenía la relación más estrecha. Teníamos la misma edad, con una diferencia de apenas unos 5 meses. Nos habíamos criado juntos prácticamente. Había sido mi primer beso cuando todavía estábamos en jardín y no entendíamos qué significaba un beso. También es mi primer recuerdo de ver a una chica desnuda. Y no solo de cuando nos bañaban juntos en la bañera.
Al ser los dos de la misma edad y pasar tanto tiempo juntos experimentamos muchas cosas. Solíamos jugar a interpretar partes de películas y también fuimos conociendo nuestro cuerpo juntos cuando éramos muy chicos.
Todavía no entendíamos la diferencia real entre un varón y una mujer a esa edad, pero fuimos mostrándonos desnudos y permitiendo a uno tocar el cuerpo del otro. Típica cosa de chicos que no entienden y que están empezando a ver las diferencias entre sus cuerpos, algo inocente que según me había explicado una vez una ex, es super común que pasé entre primas y primos o entre hermanos y hermanas.

Recuerdo que incluso en nuestra adolescencia, cuando recién descubría la masturbación, el porno y eventualmente los relatos eróticos, Sofí era una de mis fantasías más frecuentes.
En esa época Vale no era más que una nenita que jugaba con muñecas, pero Sofi y yo estábamos en pleno colegio secundario, saliendo a bailar por primera vez y teniendo nuestras primeras incursiones íntimas con el sexo opuesto.

Mientras caminábamos por el pasillo, iba rememorando esas situaciones. Se me vino a la cabeza un verano, en el cual nuestras familias fueron juntas a la playa por una semana. Solíamos alquilar un departamento 4 ambientes. Dos de las habitaciones, se las dividían entre nuestros padres y en la tercera dormíamos nosotros 3 juntos, cada uno en su cama individual. Yo tenía las hormonas descontroladas y entre los videos porno y los relatos que había leído, una noche cuando ya estábamos todos en nuestras respectivas camas, empecé a fantasear con que Sofía se iba a levantar de su cama, caminar lentamente hacía la mía y se iba a meter bajo las sábanas sin decir nada. Me imaginé a mi prima besándome y acariciándome la cara, el pecho, el estómago hasta llegar a mi entrepierna. Todo intentando hacer el menor ruido posible al no estar solos en la habitación.
Cabe destacar que en esa época todavía no había estado con una chica, por lo que el solo hecho de imaginarme esa situación, alcanzaba para provocar que mi cuerpo reaccione.

Era de noche, las luces estaban apagadas, apenas entraba un leve reflejo por la cortina de la ventana, así que era casi imposible ver lo que pasaba a un metro de distancia. Casi sin darme cuenta empecé a acariciarme suavemente sobre el slip. Fue instinto puro, pero el corazón me latía a mil por hora y la sensación de sentir que en cualquier momento mi prima se podía levantar y hacer realidad mi fantasía me estaba volviendo loco. Para mi desahogo y desgracia a la vez, no tardé mucho en venirme. Llegué a apretarme de tal forma que todo había quedado dentro de la ropa interior, pero había hecho un enchastre.

Siempre recuerdo ese momento porque podría jurar que cuando yo me vine, vi un reflejo en la cara de Sofía que solo podía indicar que tenía los ojos abiertos. Entre el pánico y el no saber que hacer, decidí quedarme quieto hasta quedarme dormido. Uno de los momentos más patéticos de mi vida, pero hoy por hoy lo recordaba y me causaba mucha gracia. Siempre me quedó la duda, nunca pude confirmar si me había imaginado que Sofía estaba despierta o ella se había dado cuenta de lo que yo había hecho.

Hoy por hoy, mi prima no me despertaba ningún tipo de morbo o deseo. A medida que fuimos creciendo nuestras formas de pensar y ver el mundo nos fueron separando cada vez más. Ella era una chica que se preocupaba demasiado por el “qué dirán”. Siempre hacía lo que las amigas hacían, compraba lo que las amigas compraban y nunca parecía tener un pensamiento propio sobre temas serios. Su atención estaba perdida en su celular incluso cuando estaba rodeada de gente y su actitud en los últimos años era la de una persona “seria” o aburrida. Ese tipo de forma de ser siempre me generó rechazo en el sexo femenino. Quizás era por eso que Valeria me llamaba tanto la atención ahora. Porque era lo opuesto de la hermana. Siempre interesándose por tener una conversación sobre temas nuevos, siempre sonriendo y super activa. Todo lo que Sofía solía ser unos 10 años atrás.

Una vez que llegamos al patio me encontré con que era el último en llegar. Ya estaban todos entre la mesa y la parrilla, cada uno con un trago en la mano. Me pareció raro, porque eran las 9 en punto y por lo general yo era de los primeros en llegar, si hay algo que me molestaba mucho era la impuntualidad.

-        Qué te paso que llegas tan tarde? Podías avisar! – me dijo mi viejo cuando me saludó al acercarme a él y a mi tío en la parrilla.

-        Tarde? Son las 9 en punto! – le respondí extrañado.

-        Si, pero habíamos quedado que nos juntábamos todos acá a las 8. Ya estamos sirviendo la carne!

No entendía nada. Me habían avisado que esté a las 9. Valeria me había avisado.

Miré a mi prima que estaba sentada en la otra punta de la mesa. Me tenía la mirada clavada de forma tal, que parecía quererme hacer desaparecer o explotar en el lugar. Enseguida la desvió y siguió prestándole atención a la charla que estaban teniendo mis primos.

Me había mandado un mensaje el miércoles que decía claramente que tenía que estar a las 9 ahí. Por las dudas lo revisé:

“SABADO 21 HS EN PUNTO EN LO DE MIS VIEJOS. BESO.”

Era bastante claro el mensaje, no invitaba a mucha conversación así que solo le había respondido con un “OK. BESO”.

Empecé a mirar los mensajes anteriores que tenía de ella. Solo tenía la seguidilla de mensajes que me había mandado después del bar. Nunca le había contestado esos mensajes! Honestamente me había colgado, ni siquiera me avive cuando me llegó el último mensaje con el horario para la reunión. Era por eso que estaba así? Se equivocó y me mando por error a las 21 en vez de a las 20? Era raro, el resto de mi familia estaba ahí, así que claramente era el único que pensó que la reunión era a las 9. Preferí no darle más importancia por el momento.

Seguí con mi ronda de saludos. Mis tías estaban en la mesa bien cerquita de la parrilla, así podían estar atentas a cualquier comentario que mi viejo o mi tío quisieran hacer de ellas a sus espaldas. Todos mis primos estaban en la otra punta y los fui saludando uno por uno. Finalmente llegué a Valeria.

-        Feliz Cumple primita! – Le dije mientras le daba un abrazo, el cual apenas correspondió. Solo sentí que sus brazos rozaron ligeramente con los costados de mi camisa.

-        Gracias. – la mueca en la cara no podía siquiera clasificarse como una sonrisa.

Lo dejé ahí, claramente las cosas no estaban bien.

Como había llegado tarde, apenas me senté sirvieron la comida y toda la cena pasó como de costumbre. Conversaciones mundanas, sin nada muy relevante para mencionar.
Cada cierta cantidad de tiempo miraba a Valeria que estaba sentada enfrente mío. Ni una sola vez me miró a la cara, era como si intentara evitarlo a toda costa.

Después de cenar, mientras mis padres y mis tíos tomaban un café y se relajaban cerca de la parrilla, totalmente perdidos en su propia conversación, mi primo Pablo sugirió que juguemos a algo.

-        Dale! trajiste el juego? – me preguntó Sofía.

-        No, me re olvidé la verdad, salí apurado y lo dejé en casa. – sinceramente me había olvidado por completo. Tenía la cabeza en cualquier lado hacía dos días, ni de casualidad se me había pasado por la cabeza que tenía que llevar el juego.

-        Te dije que lo traigas! – acotó con un tono un poco elevado Valeria. Primeras palabras que decía en un buen rato y primera vez que se dirigía a mi desde que llegué y la saludé.

-        Si, perdón. La verdad me re olvidé. Pasé por lo de un amigo antes de venir acá y ya no llegaba a volver hasta casa para buscarlo.

-        Amigo o amiga? – dijo Valeria casi cortando el aire con esa pregunta que pareció fuera de lugar.

-        Amigo. Por?

Ni siquiera me contestó, solo bajó la mirada al celular e hizo de cuenta que nada había pasado. Lo cual hizo toda la situación mucho más incómoda para todos.

-        Tampoco es para tanto prima! Trae unas cartas y juguemos al poker o algo así que hace rato no jugamos – dijo David intentando bajar la tensión que se sentía en el ambiente.

-        Dale, yo voy! – dijo Sofía.

Entró en la casa y volvió con el set de poker que solíamos usar de vez en cuando. Era de mi tío, pero él casi no lo usaba. Una de esas compras impulsivas que siempre le criticaban.

Dividimos las fichas, pusimos 20 pesos cada uno para hacer el pozo con el que íbamos a apostar y empezamos a jugar.

Cerveza va, cerveza viene, nos la pasamos bastante bien, riéndonos y conversando de temas sin importancia. Todos excepto Valeria. Ella parecía apagada, enojada. Jugaba pero no prestaba mucha atención.

El par de veces que quedamos mano a mano casi no me dirigió la palabra, era como jugar contra un robot. Cero sentimientos.

Era el único con el que hacía esto, porque al resto le contestaba bien, sonreía y seguía el juego. No era la misma de siempre llena de alegría, pero al menos a ellos no les clavaba puñales disparados de sus ojos.

De golpe, después de una mano en la cual gané un cara a cara contra ella, levantó la vista, me miró a los ojos y se paró.

-        Tengo que cargar mi celular, se me está por quedar sin batería – dijo mientras se levantaba y se metía dentro de la casa.

Todos nos miramos un poco sorprendidos y sin entender bien qué le pasaba. Yo sobre todo, ya no aguantaba más ese trato de su parte.

-        Paso al baño, no te tomes mi cerveza! – le dije a mi primo mientras me levantaba y encaraba hacia la casa.

Cuando entré vi a mi prima al final del pasillo, estaba en el living que se encontraba a penas entrabas a la casa desde la calle. Ya estaba un poco cansado de toda esta situación, necesitaba hablar con ella y que me dijera que le pasaba, así que caminé por el pasillo hasta llegar a ese ambiente.

Valeria estaba apoyada sobre el respaldo de uno de los sillones. Al verme entrar levantó la cabeza de su celular y se incorporó. Me corrió la vista y caminó hasta uno de los sillones que se encontraba a mi izquierda, más lejos del pasillo y más lejos mío.

-        Me podés decir que te pasa? – le dije en un tono un poco fuerte

-        Nada! Qué me va a pasar? – Me dijo mirándome a los ojos desafiante

-        Vale, no me digas que no te pasa nada, desde que llegué que estás rara conmigo. Y que yo sepa no te hice nada como para que me trates de esa forma.

No hubo respuesta.

-        Vale, por favor, si te dije o hice algo que te molesto decímelo.

-        Vos sabes lo que hiciste – me dijo, volviendo a correr la mirada y enfocándose perdida en su celular. No lo estaba realmente mirando, parecía que solo buscaba un punto fijo donde enfocar sus ojos.

-        No, no sé. Decime.

-        Me vas a decir la verdad? – me preguntó

-        Si! Pero decime que te pasa!

-        Estuviste con Laura? – me preguntó mientras levantaba la cabeza y me miraba, ya no con cara de enojada, si no como si estuviera a punto de llorar.

Me quedé un poco sorprendido por la pregunta y por verla en esas condiciones. No fue intencional, simplemente me quedé colgado mirándola sin decirle nada.

-        Y? Me vas a contestar? – volvió a preguntar

-        Si, estuvimos tomando unas cervezas después de que ustedes se fueron y después nos fuimos juntos del bar. Nada más.

-        Nada más? No terminaron juntos en la casa de ella o en la tuya? – preguntó con un tono ya un poco más irónico y molesto.

-        No entiendo que tiene que ver eso con vos.

-        Contestame.

-        Si Vale, fuimos para mi casa. Cuál es el problema?

De nuevo bajó la vista y no me contestó. Era raro verla así, tan apagada, sin decir ni hacer nada.

Me acerqué a ella y puse mi mano en su mentón para levantarle la cara. Tenía los ojos llorosos y los cachetes un poco colorados. Su boca era hermosa, tan sugerente como siempre o quizás más.

No sé qué se me pasó por la cabeza, pero estando tan cerca de ella, me incliné un poco más y acerqué mi cara a la suya, sin dejar de mirarla a los ojos.
Mis labios se posaron suavemente sobre los suyos. No fue un beso con pasión, pero tampoco fue un roce y si bien fue solo una cuestión de dos segundos, fue de los momentos más intensos de mi vida.
Cuando separé mi cara de la suya, Valeria me miraba fijo a los ojos totalmente confundida, o asustada, no lo podía distinguir en ese momento.
Mi corazón empezó a latir fuerte, de golpe lo sentía en mi garganta. Qué había hecho?!

Mi prima bajó la cabeza y se incorporó para inmediatamente caminar hacia el pasillo y salir de la habitación.

-        Sos un idiota! – pensé – Es tu prima imbécil! Tu prima mucho más chica que vos!

Mi cabeza me daba vueltas. En cualquier momento iban a aparecer por el marco de la puerta, saliendo del pasillo mi tío y mi viejo hechos una furia, acusándome de pervertido e intentando sacarme a patadas de la casa. Valeria iba a entrar llorando a la habitación, en los brazos de mi tía que me miraba con odio desde la entrada del living. Acababa de arruinar mi vida y provocar caos dentro mi familia.

Estuve fácil 5 minutos apoyado contra el respaldo del sillón esperando que esa situación se concretara, pero eso nunca pasó.

-        Eu! Estás bien? – Me sacó de mi trance la voz de Sofía desde la entrada del living

-        Qué? Si. Por?

-        No volviste y me mandaron a buscarte a ver si te había pasado algo. Te toca a vos! Dale!

No entendía nada. Si Valeria les contó lo que había pasado, Sofía no estaría en ese momento yéndome a buscar con esa actitud. Me hubiera agarrado de los pelos y molido a golpes. Claramente Vale no había dicho nada.

Con miedo y lleno de dudas caminé por el pasillo atrás de mi prima, esta vez sin prestarle atención a su cola o rememorar viejas épocas. Mi corazón todavía latía en mi garganta y solo pensaba en qué escenario me iba a encontrar cuando saliera al patio.

-        Ya me tomé tu cerveza, si no se iba a calentar! – Me dijo mi primo riéndose.

-        Dale, te toca a vos! – insistió Sofía mientras se volvía a sentar al lado de su hermana.

Vale estaba ahí, en el patio con todos, sentada con la mirada sobre la mesa. Me la quedé mirando unos segundos, todavía nervioso sin saber cómo actuar. Me senté en el mismo lugar que había estado antes, enfrente de Vale. Agarré las cartas y las miré sin prestar atención alguna a qué era cada una. Sencillamente no podía pensar. Mi cerebro estaba desconectado.

Levanté la mirada de mis cartas y miré a mi primita. No parecía enojada, no parecía triste, solo parecía ida, igual que yo, con su mirada perdida en la mesa.

Despacio, mientras aún la miraba, levantó la vista y sus ojos se encontraron con los míos. Debe haber durado 5 segundos, pero pareció una eternidad. Era como si nos estuviésemos hablando a través de los ojos. Ambos intentando incorporar lo que acabábamos de vivir y yo pensando en si me quedaba mucho tiempo de vida después de haber hecho lo que hice.

De repente la cara de Valeria cambió. Poco a poco su boca empezó a dibujar una leve y tímida sonrisa. Me volvió el alma al cuerpo. Le correspondí la sonrisa lenta y disimuladamente, antes de volver a enfocarme en las cartas.

Una mirada y una sonrisa, eso fue todo lo que necesité para saber que iba a estar todo bien. Estaba seguro. Lo que venía por delante iba a ser único, sin igual. Todavía podía sentir el sabor de los labios de mi prima en mi boca y eso solo hizo que quisiera volver a besarla una vez más. Sabía que no iba a pasar ese día, en ese lugar, pero también sabía que iba a pasar. Sabía que todo acababa de cambiar.


sábado, 13 de junio de 2020

Mi prima Valeria (III)

El sábado por la noche había quedado con un amigo para ir al cine. Hacía dos semanas que se había estrenado la secuela de Creed y no habíamos podido coincidir nunca para ir a verla. Pero ese sábado nos ocupamos ambos de tenerlo libre para poder ir y después tomar algo en algún bar cerca.

Damián era un compañero de trabajo 3 años más chico que yo, había ingresado a la empresa donde trabajaba hacía poco más de un año y me tocó a mí capacitarlo y guiarlo en el cliente donde estábamos asignados. Era hincha de Boca igual que yo, le gustaba el cine, hacer deporte y las series de ciencia ficción, así que después de un año de trabajar todos los días juntos nos hicimos buenos amigos.

Si bien coincidíamos en muchas cosas, como nuestro gusto por las películas y la cultura pop en general, había ciertas partes de su vida y su forma de ver las cosas que no coincidían demasiado con mi manera de pensar. Por ejemplo, yo siempre fui de tener relaciones estables e incluso en mis épocas de soltería no solía salir con alguien nuevo mientras veía a alguien más. Damián en cambio nunca fue de estar de novio, siempre salía con varias personas a la vez y le molestaba el concepto de estar en una relación seria. Lo más cerca de eso que lo había visto era su actual situación con Natalia, una chica con la que se veían desde hace más de dos meses, todas las semanas. Si bien él insistía con que no era su novia, las veces que me la había cruzado me daba la clara impresión de que ella no se sentía igual. Dormían juntos un par de veces a la semana, salían a cenar o al cine. Incluso la había traído a varios afters de la empresa.

No entendía por que no quería tenerla como novia, Nati era un chica super divertida, buena onda e independiente, tenía su propio auto, departamento y como frutilla del postre estaba muy buena. No era de esas chicas que al verla decís “es linda” anda más, la descripción que mejor le quedaba era que estaba buena. Lo primero que notabas era su cuerpo, su cara no era fea, ni cerca de serlo, pero tenía un cuerpo que destacaba en todos los niveles. Buena cola, cinturita trabajada y un pecho firme y grande que encajaba perfecto con el resto de su figura.
Quizás fueran otras cosas en las que Damián se enfocaba, cosas que evitaban que Natalia se viera como una novia ideal a sus ojos, pero a mi entender más que nada era su fobia a sentirse atrapado.

Ese sábado habíamos quedado encontrarnos en un centro comercial de Zona Norte. Ambos siempre fuimos muy quisquillosos con las salas de cine que elegíamos. No nos gustaban los cines con pantallas chicas o sillas incómodas, entonces solíamos ir a ese por más que fuera un poco más lejos.

Nos encontramos 40 minutos antes de la hora de la función y fuimos a sacar las entradas. Decidimos hacer algo de tiempo yendo a jugar al pool que estaba cerca de las salas de cines, cruzando el patio de comidas que los separaba.

Apenas entramos a la zona de las mesas, me sorprendió un golpecito en mi hombro derecho que me hizo darme vuelta un poco sobresaltado.

-        Primito! – me dijo Valeria con una sonrisa mientras me abrazaba y me saludaba con un beso

-        Hola! Que haces por acá? – pregunté muy sorprendido de verla en ese lugar.

-        Lau vive acá cerca y teníamos ganas de ir al cine – dijo mientras daba un paso al costado y me señalaba a la chica que la acompañaba – Lau, mi primo, primito, Lau – nos presentó. Tenía esa costumbre de siempre decirme “Primo”, “Primito”, nunca me molestó por que yo solía hacer lo mismo.

-        Hola! Cómo estas? – La saludé con un beso y les presenté a Damián – El es Damián, laburamos juntos en la empresa.

Damián saludó a ambas con un beso y les preguntó que tenían pensado ir a ver.

-        Después de un poco de trabajo, convencí a la prima de tu amigo de ir a ver la secuela de Creed. No tiene muchas ganas se ve, pero al menos la sala estaba bastante vacía así que pudimos elegir buenos lugares – contestó Lau.

-        La función dentro de media hora? – preguntó Damián.

-        - Si, esa! – contestó enfática Vale – ustedes van a la misma? En que fila sacaron?

-        Como siempre, en estas salas lo mejor es estar atrás de todo que es más alto y...

-        Quedás con la pantalla a la mitad de los ojos y no te hace doler el cuello – me interrumpió mi prima – Vos y tus caprichitos – se rió.

-        Tiene razón! – la cortó Laura – Yo siempre te digo lo mismo de este cine, por eso sacamos también en la última fila. Además acá las butacas se pueden reclinar un poco y al no tener nadie atrás la última fila es la mejor para eso. Estás re cómoda.

-        Totalmente! – coincidí.

Me había agarrado por sorpresa pero a Laura claramente le gustaba ir al cine y compartía mis gustos por esos pequeños detalles. Le sonreí mientras coincidía con ella y me devolvió la sonrisa cómplice mientras Valeria hacía un gesto de fastidio, burlándose de nosotros.

Decidimos alquilar una mesa de pool por media hora entre los 4 y jugar en equipos.

Aproveché un poco ese tiempo para conocer un poco a Laura.

Era una compañera de facultad de mi prima, unos 3 años más grande. Estaban cursando desde principio de año juntas después de que ella decidiera cambiar de carrera. Era linda piba. Un poco más alta que Vale, seguramente un par de centímetros más baja que yo, aunque era difícil de adivinar con las botas que tenía puestas.

Tenía una minifalda de jean y una blusa blanca super amplia y escotada, era imposible no desviar la mirada.

Mientras yo me tomaba el tiempo de conocer a Laura, Damián hizo lo mismo con Valeria. Hasta hizo el típico movimiento de “enseñarle” como agarrar el taco de pool. Totalmente innecesario, por que Vale en la casa de los padres siempre tuvo una mesa, así que jugaba mejor que cualquiera de nosotros sin esfuerzo alguno. Algo que siempre le gustó echarme en cara.

Mi prima tenía puesto un vestidito bien al cuerpo que le resaltaba sus atributos muy bien. Terminaba a medio camino entre su cola y las rodillas y tenía un escote corto pero al tener claramente un corpiño de esos push-up, le quedaba genial. Traté de disimular cada vez que la miraba pero a la vez algo en mí no me quería hacer perder ningún detalle.

Cuando llegó la hora de ir a la sala devolvimos el set de bolas y tizas que nos habían dado en una caja y encaramos para la entrada del cine.
Nuestros asientos no estaban todos pegados, pero por la cantidad de gente que había cuando entramos en la sala, decidimos ponernos todos juntos en la última fila en el centro.
Vale pasó primera entre la fila de asientos y Damián se metió rápidamente después de ella. Cosa que no me cayó muy bien, no fue nada sutil. Dejé que Lau pasara después de él y yo la seguí.

Durante los 15 minutos de avances y publicidades Damián y Valeria se la pasaron cuchicheando y riéndose. Yo trataba de seguir los comentarios que me hacía Laura sobre la sala o alguno de los trailers que pasaban. Teníamos gustos parecidos en cuando a las películas, era una chica interesante. El problema es que cada vez que la miraba, veía detrás de ella a Valeria riéndose con Damián cuando él le decía algo al oído o tocándole el brazo mientras se reía. En un par de ocasiones nuestras miradas se cruzaron. Yo seguramente no tenía la cara más amistosa del mundo, la situación no me era del todo cómoda. Ella en cambio me miraba sonriente y con sus ojos clavados en los míos, como analizando mi reacción a todo esto. O eso me pareció.

La película pasó sin situaciones que valgan la pena comentar. A mi no me gustaba cuando las personas hablaban en el cine. Laura se sentía de la misma forma, así que fuera de algún intercambio de sonrisas, lo único que desencajaba era cuando se escuchaba un cuchicheo entre mi prima y mi amigo.

Cuando salimos del cine decidimos ir a un bar los 4 y seguir la charla ahí. Por suerte había un lugar con buena birra a un par de cuadras, así que dejamos los autos en el estacionamiento del centro comercial y nos fuimos caminando.

Cerveza va, cerveza viene, nos la pasamos riendo y hablando de todo un poco. Estábamos en un box, Dami con Vale de un lado y yo con Lau del otro. Mi amigo no perdía oportunidad de tirarle cumplidos a mi prima y ella aceptaba todos los comentarios haciéndose la tonta. Le sonreía y le seguía el juego. Me dispuse a no prestarle atención a esas cosas, por que me estaban molestando, así que dediqué mi atención a Laura, le hacía preguntas y le hablaba solo a ella en algunas ocasiones. La música del bar estaba bastante alta, así que hablar entre los cuatro resultaba un poco cansador, teníamos que estar prácticamente gritando.
Hacía rato que no salía con alguien que me resultara tan interesante como me estaba resultando esta chica. Ella parecía sentir lo mismo por que empezó a tocarme el brazo cuando se reía o apoyar su mano en mi pecho cuando le tiraba algún comentario que le provocaba una carcajada. La verdad, lo estaba pasando muy bien, hasta que de golpe algo me empezó a molestar.
Valeria había dejado su mano sobre la mesa, justo encima de la de Damián y él había pasado su brazo por encima de los hombros de ella, mientras seguían hablando. Pero ahora, cada vez que Valeria se inclinaba a decirle algo al oído, me miraba a mí fijo a los ojos. Cada vez que Damián se acercaba a ella, hacía lo mismo. Me miraba fijo y divertida. Toda esa situación me hizo sentir más molesto. Sentía que me estaba provocando y lo peor de todo es que lo estaba logrando. Me estaban dando celos que ella se comportara de esa forma con mi amigo.
Fue una pendejada de mi parte pero empecé a hacer lo mismo, me empecé a acercar más a Laura y pasé mi brazo por atrás de ella de la misma forma que Damián había hecho con mi prima. Con cada uno de estos movimientos, miraba fijo a los ojos de mi primita del otro lado de la mesa. Por la cara que había puesto parece que no le gustó mucho que le siguiera el juego. Era una pequeña competencia, a ver quién llegaba más lejos, o al menos así parecía.
Cuando vi la mano de Damián perderse debajo de la mesa, sabía que el destino final era la pierna de mi prima. La rabia me estaba carcomiendo. Yo hice lo mismo con Laura, que en ningún momento desapreció el gesto. Todo lo contrario, me sonrió y sentí que se acercaba a mi para darme un beso.

-        Creo que ya nos tendríamos que ir yendo – dijo de golpe Valeria con un tono bastante serio

-        Tan temprano? Pidamos otra! – Le contestó su amiga que claramente no estaba de acuerdo en terminar la noche tan temprano.

-        Si! Pidamos otra! – respondí yo, mirando primero a Laura con una sonrisa que me correspondió y después a mi prima intentando desafiarla.

-        No, yo ya estoy bien, prefiero irme a casa – contesto sin intención alguna de negociar y mirándome con lo que parecía ser un poco de enojo.

-        Yo también estoy cansado! Me parece que también me voy a ir yendo – dijo mi amigo de golpe. – Querés que te lleve?

Mi corazón dio un vuelco. Había escuchado mil veces el “querés que te lleve?” de Damián. Siempre venía seguido de una charla hasta su auto, el recorrido más largo hasta su destino y en el camino la mayoría de las veces convencía a su conquista de la noche de ir a su casa.

No sé si fue el saber eso lo que me dio tanta bronca o lo que pasó después.

-        Dale! Si, Gracias! – respondió Valeria con una sonrisa es su boca mirándolo a él primero y después a mi, como refregándome algo en la cara.

Tenía bastantes cervezas encima, estaba bastante desinhibido así que mi respuesta no tardó en llegar.

-        Lau, nos tomamos otra nosotros y en todo caso después nos vamos juntos? – Mi frase tenía todo el doble sentido posible. No iba a dejar que esta pendeja me venga a poner celoso y encima se vaya sintiéndose ganadora en esta situación.

-        Ay! Dale, Gracias!

-        Estas segura Lau? No querés que te alcancemos nosotros? – dijo mi prima en lo que pareció más una súplica que una pregunta.

-        No, no te preocupes, además si van para Capital les queda para el otro lado. Me quedo un rato más.

Damián y Valeria se despidieron de nosotros. Mi amigo con un abrazo y mi prima con el beso más frío que había sentido en mucho tiempo. Como quien saluda a alguien que no le cae bien pero lo hace de compromiso. Por dos segundos me hizo sentir bien eso, sentía que había ganado nuestra pequeña competencia. Pero enseguida vino a mi cabeza el hecho de que se había ido con Damián y sabía que él iba a tratar de lograr algo. Me quedé un poco tildado con ese pensamiento en la cabeza.

-        Tranquilo, va a estar bien. Se sabe cuidar sola tu primita – me dijo de repente Laura con una sonrisa.

-        Que? Si, no, estaba pensando en cualquier cosa, disculpá.

-        Enserio, además está en otra.

-        Esta de novia? Pensé que había terminado con el flaco que estaba.

-        No, no esta de novia. Eso no duró mucho.

-        Y entonces? Está saliendo con alguien más?

-        No, saliendo no, pero está enganchada con alguien que no le da bola. Pero viste como es, se mete algo en la cabeza y difícil que se le pase rápido.

-        Si – era verdad, entre todas las cosas mi primita era un poco terca y perseverante – Es alguien de la facu?

-        No, va, creo que no. La verdad no se mucho. – La pregunta parecía haberle incomodado un poco. Así que preferí no insistir con el tema, nada peor que estar con alguien y que te este dele preguntar por otra persona. Así que preferí cortarla ahí – Querés que vaya a pedir dos más?

-        Dale!

Nos habremos quedado media hora más en el bar. Charlando, tomando cerveza y comentando la película que habíamos visto. Comentario va, comentario viene, terminamos besándonos en el box del bar. Entre el alcohol y la calentura que teníamos encima la cosa se estaba volviendo un poco inapropiada para el lugar donde estábamos.

-        Querés que vayamos a mi casa? Vivo acá nomas – si ella no me lo preguntaba lo iba a terminar sugiriendo yo. No sé si era el acumulado de semanas sin sexo que tenía encima o algo más, pero estaba re caliente.

-        Si, dale, vamos.

Pasamos por el centro comercial a buscar mi auto y nos fuimos hasta el departamento de Laura que estaba a un par de minutos de ahí.

Era un edificio de 3 pisos nada más y ella vivía en el primero así que subimos por las escaleras. Ella iba delante mío y no sé si era por el ángulo de la escalera, que tenía la minifalda un poco subida o una combinación de las dos, pero a medida que subíamos me iba regalando una perfecta visión de su ropa interior.

Llegamos a su departamento, entramos y apenas después de apoyar las llaves en una mesita que tenía al lado de la puerta, se dio vuelta, me miró a los ojos y me empujó suavemente contra la puerta que se cerró detrás mío, probablemente haciendo más ruido del que sus vecinos hubieran querido. Me besó con fuerza, su lengua jugueteaba con la mía adentro de mi boca intensamente. La verdad, me tomó un poco por sorpresa, pero no me tomo nada de tiempo ponerme a su ritmo. Fuimos besándonos y desabrochando la parte inferior de nuestra ropa mientras ella nos guiaba hasta la habitación.

En cuanto llegamos me saqué el pantalón y la remera, ella dejó caer la minifalda al piso y se sacó la blusa por encima de la cabeza. Me avalancé sobre su cuello mientras con una mano le agarraba un pecho y con la otra le apretaba la cola y la traía hacia mí. Nos seguimos besando mientras le desabrochaba el corpiño. Empecé a comerle las tetas. Con una mano jugueteaba con una mientras que mi boca se encargaba de la otra. Ella tenía una mano mi cabeza mientras que la otra me acariciaba por encima del boxer, como midiendo que tan duro estaba. Dio un par de pasos para atrás y se dejó caer en la cama. Guau, la verdad que estaba muy buena.
Si tenía que cortar mi sequía desde mi ex, esta era una muy buena forma. Le bajé la bombacha y la tire a un costado de la cama. Pensaba empezar a jugar un rato ahí abajo pero no me dio tiempo. Se incorporó y se sentó en la cama justo adelante mío. Me tiró los boxers para abajo y sin mediar palabra me agarró la pija y empezó a pajearme. No llegué a suspirar que ya tenía mi pija en su boca. Qué energía! Se ve que no era el único que tenía calentura acumulada.

Cómo necesitaba esto! Que bueno haberme encontrado con mi prima afuera del cine! Pensé. Mi prima. Estaría ella haciéndole esto mismo a Damián ahora? Estaría como Laura ahora? Con una pija entrando y saliendo de su boca? Si ya estaba a 100, ese pensamiento me llevó a mil. Imaginarme a mi primita haciendo lo que me estaban haciendo a mi ahora me ponía loco.
Laura me dejó de chupar la pija y se volvió a tirar sobre su espalda, mirándome, se fue moviendo un poco más adentro de la cama. Invitándome a que vaya encima de ella.
No había ni que pensarlo. Me puse encima de ella y mientras la besaba busqué con la punta de mi pija la entrada. Estaba empapada, no hubo mucha fricción ni esfuerzo, se deslizó sin problemas adentro suyo.

La cara de Laura mientras se la metía era espectacular, sabía como ponerme a mil. Tiró la cabeza para atrás, se mordió el labio inferior un poco, y depués abrió la boca para dejar escapar un gemido justo cuando terminaba de entrar, todo lo que me hacía poner más y más caliente.

Con cada embestida soltaba un leve gemido, lo intercalaba con un “Si”, un “Así”.
Mi ex no cogía así. Ya no jugábamos de esa forma en el último tiempo, era más rutina que pasión, pero Laura me estaba dando justo lo que necesitaba. Sus gestos, la fuerza con la que me arañaba la espalda, todo se sentía muy bien. Será que todas las pibas de esa edad ahora cogen tan bien? Será que Vale hace lo mismo cuando se la están cogiendo?

No fue intensional, pero mientras me seguía cogiendo a Laura estaba pensando en mi prima, casi que ponía su cara encima de la de su amiga.

-        Estás bien? – Me pregunto entre jadeos

-        Si, si, muy! – Dije volviendo a la realidad y besándola. Que pelotudo, concéntrate y dejá de pensar en tu prima! Mirá lo que tenés delante tuyo! Pensé.

Me esforcé por quitarme a Valeria de mi cabeza pero no podía, así que salí de encima de Laura e hice que se de vuelta. Entendió enseguida. Se puso en cuatro ofreciéndome la cola.
Me la cogí así. Al menos de esa forma no se iba a dar cuenta que estaba mentalmente en otro lado. Con Vale en mi cabeza y Laura gimiendo más fuerte mientras estábamos en esa posición, saqué mi pija de adentro suyo y terminé acabando en su espalda una cantidad impresionante. Quedamos rendidos en la cama y después de un rato Lau se levanto, fue al baño y al volver aproveché para ir yo.

No sabía que me había pasado, hacía rato que no tenía algo tan intenso. Me lavé la cara y volví a la habitación. Ella estaba tirada todavía desnuda pero metida entre las sábanas, me recosté un rato al lado suyo, quizás podíamos ir otra vuelta más.

Lo siguiente que recuerdo fue despertarme en la cama, desnudo y totalmente solo. Dado el nivel de luz que entraba por la ventana, ya estaba amaneciendo. Me había quedado dormido y pasado la noche ahí.

Con un poco de dolor de cabeza, me levanté, agarré mi ropa, me vestí y salí al living-comedor. Pude adivinar que Lau estaba preparando café y unas tostadas por el olorcito que había.

-        Buen día! – me dijo desde la cocina con una sonrisa.

-        Buen día! – le respondí devolviéndole la sonrisa.

-        No te quise despertar. Todavía es temprano pero yo ya no me pude volver a dormir, estoy acostumbrada a salir a correr temprano los domingos.

-        No hay problema. Yo ya me tendría que ir yendo igual, tengo mil cosas que hacer hoy.

-        Un domingo a la mañana?

-        No queda otra.

Me acompañó hasta abajo para poder abrirme la puerta del edificio. Intercambiamos teléfonos por que quedamos en hablarnos y después de despedirnos me dijo algo que me pareció un poco raro.

-        Ah! Una cosa. No le cuentes a tu prima lo de anoche mejor.

-        Que cosa de anoche? – Todavía estaba medio dormido y no entendía bien a que se refería.

-        Nosotros, viniendo acá. Mejor si no le decimos nada.

-        Ah! Si, no hay problema. No soy de ir contando lo que hago o dejo de hacer, menos a mi prima.

-        Si, no, obvio. Pero digo si pregunta. Mejor no le digamos.

-        Eh – me resultaba un poco raro el pedido – Por?

-        No, nada en especial, solo para que no sea raro entre nosotras, si no pasó nada es más fácil.

-        Ok, si, olvídate, no hay problema – estaba medio confundido por el pedido, pero la verdad estaba también bastante dormido y con resaca suficiente como para no querer darle más vueltas al asunto – No digo nada.

-        Gracias! – me dijo con una sonrisa – Nos vemos!

-        Nos vemos!

Cuando llegué al auto mientras esperaba que se caliente agarré mi celular. No lo había revisado desde que salimos del bar. Tenía algunos mensajes sin leer y algunos eran de Valeria.

“Todo bien? Siguen en el bar?”
“Ya la dejaste a Lau? Todo bien?”
“Avisame cuando llegas a tu casa”

Eran mensajes entre las 2 y las 3 de la mañana, ya eran casi las 8, no tenía sentido contestarle ahora, así que tiré el celular sobre el asiento del acompañante y salí rumbo a casa. Había sido una noche larga, pero realmente necesitaba ese desahogo.

miércoles, 10 de junio de 2020

Mi prima Valeria (II)

No me quedo otra opción más que meterme dentro de la pileta. Quisiera o no mi cuerpo estaba reaccionando al ver a mi primita con ese bikini puesto. No es que tuviera la pija totalmente erecta ni cerca de eso, pero sentí como empezó a reaccionar, la sentía apretada entre la tela y mi pierna.

Mientras Vale se iba metiendo en la pileta desde las escaleras en la parte menos profunda, los comentarios por su traje de baño no se hicieron esperar. Desde críticas de mis tías para que se cubriera un poco, hasta gritos de su hermana diciéndoles que se callen y mencionando lo bien que le quedaba y lo “potra” que estaba.

Mis primos se limitaron a reírse del intercambio. Creo que sabían tan bien como yo que cualquier comentario que hiciéramos iba a sonar raro e íbamos a quedar como unos pajeros. Después de todo era nuestra prima casi 10 años menor.

Vale se acercó hasta la parte de la pileta donde estábamos nosotros y se apoyó contra el borde justo al lado mío. Enseguida se acomodó y puso un codo sobre el borde y el otro sobre mi hombro. En cuanto hizo esto la miré, supongo que con la mayor cara de idiota que podía lograr, al menos eso interpreto por su reacción:

-        Qué? Pasó algo? – Me dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Que linda era cuando sonreía, que bien le quedaba el pelo atado, cómo resaltaba ese cuello largo y tentador.

-        No, nada. Me quedé colgado pensando en otra cosa – dije mientras desviaba la mirada y trataba con todas mis fuerzas de no mirar debajo de línea de su cara. Y mientras hacía un esfuerzo por volver a prestar atención a la conversación de mis primos, ella se acercó a un centímetro de mi oreja izquierda.

-        Podes mirar tranquilo si querés. Yo ya te vi a vos, lo justo es justo – me dijo casi susurrando.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo cuando la sentí pronunciar esas palabras pegada a mi oído. Me di vuelta despacio para mirarla mientras volvía a apoyarse en el borde de la pileta, de nuevo con esa sonrisa tan traviesa como encantadora. Solo quedaba afuera del agua todo lo que estaba por encima de la mitad de su corpiño. Y si bien no tenía un pecho voluptuoso y llamativo como su hermana, se marcaba lo suficiente en el corpiño del bikini como para desviar cualquier mirada. Firme, con una curvatura que se dejaba espiar por los costados y con una leve elevación en el centro, que dejaba adivinar sus pezones a través de la tela de tal forma, que la tentación de acariciarlo era casi irresistible. Se me hace agua la boca de solo recordar ese momento. Estoy seguro que el rápido segundo que me tomé para admirar esos detalles no pasó desapercibido por mi prima, que seguía mirándome a los ojos sonriendo divertida.

La verdad no sabía cómo reaccionar a todo esto. Estaba nervioso, ya no era parte de mi imaginación, esto ya no era un intercambio típico entre primos.

A la vez mi cabeza me decía que no, que eran ideas mías, que no podía ser que mi primita, mi hermosa, dulce y veinteañera primita se me estuviera insinuando. Seguro solo estaba jugando, quería provocarme para burlarse de mí y nada más. Estaba en esa edad, cuando saben que con ese cuerpo y una sonrisa pueden conseguir lo que quieran fácilmente.

Uno de mis primos tuvo la idea de poner una red que solíamos tener guardada y hacer un partidito de vóley en la pileta. David dijo que no tenía ganas así que salió de la pileta y se tiró al sol en una de las reposeras, al resto nos gustó la idea de Pablo así que me ofrecí para ir a buscar la red. Estaba agradecido de poder alejarme de ahí por un momento y refrescar un poco mi cabeza.

Cuando volví me encontré con que los equipos ya estaban armados. Sofía y Pablo por un lado y Valeria y yo por el otro. No le di mucha importancia, por que claramente no me puse a pensar las contras que podía tener esa situación.

Pusimos la Red y estuvimos jugando un buen rato, un partido parejo y divertido, desde el verano pasado que no hacíamos algo así. Toda la tensión anterior había desaparecido. Con Vale hacíamos un buen equipo y cuando decidimos dar por finalizado el partido Sofí se subió a los hombros de Pablo y le dijo a Vale que haga lo mismo conmigo. Que iban a pasar la pelota de un lado al otro y la que no lograra hacerlo perdía el partido. Era a todo o nada. No había terminado de hablar que las manos de Valeria ya estaban sobre mis hombros esperando que me agache un poco para dejarla subir.

No había mucho que pudiera hacer, no podía decir que no, no tenía razones para decir que no. Pero tampoco sabía lo que ese contacto tan directo me podría provocar. Todo el nerviosismo volvió de golpe.

Me agaché un poco y se subió a mis hombros. Todavía recuerdo la sensación de sus piernas a los costados de mi cara. No sabía de donde agarrarla, la agarré de los tobillos, después de la ante pierna y finalmente le agarré los muslos para sostenerla y que ella pudiera estar estable y usar sus manos. Su piel invitaba a acariciarla, podía sentirla lisa y suave, todo intensificado al estar tan mojada, casi hacía que mis manos se resbalaran cuando la sujetaba.

Hasta que Sofía se dispuso a sacar, Vale mantuvo sus manos sobre mi cabeza jugando con mi pelo. Como cuando te lavan la cabeza en la peluquería, sus dedos masajeaban mi cabeza “inocentemente”. Era una tortura que no debe haber durado más de 5 segundos, pero a mi se me hizo eterno.

La verdad, ya ni me acuerdo quién ganó, lo único que recuerdo de ese momento son las sensaciones. Sus piernas sobre mis hombros, la suavidad de su piel y sentir todo su pecho contra mi espalda cuando finalmente bajó de encima mío.

Mi cabeza era un desastre. Pasamos el resto de la tarde tirados al sol, tomando cerveza y charlando, charla de la cual mucho no participé. Estaba demasiado ocupado tratando de no pensar en todo lo que me estaba pasando.

Estábamos tirados en las reposeras, Valeria a mi derecha, Sofía a mi izquierda. Yo me puse boca abajo con la cabeza apuntando a la pileta y los anteojos de sol puestos. Necesitaba algo que cubriera un poco mi cara y que nadie empezara a preguntarme en qué estaba pensando. Estaba totalmente perdido en mi propia cabeza.

Todo esto parecía uno de esos relatos eróticos que había leído alguna vez en internet. Pero no, esto era la vida real y las cosas no son tan sencillas, fáciles y directas. Era mi prima, mi viejo era el hermano del suyo, nuestras familias se veían seguido, no había forma de que algo como lo que me imaginaba estuviera pasando.

Pero y si enserio mi prima quería algo conmigo? Cómo iba a funcionar? Nos escapábamos a escondidas del resto? Poníamos excusas cada vez que nos veíamos? Teníamos que ir a un hotel cada vez o podía venir a mi departamento sin que nadie se diera cuenta? Mis vecinos no la conocían, no sabían que era mi prima, por ese lado no me tenía que preocupar. Mientras nuestras familias no se enteraran de que ella venía no íbamos a tener problema. Ella podía decir que pasaba la noche en lo de una amiga, o que se iba a bailar y listo.

-        Me pones crema en la espalda?

Eso me sacó de golpe de mi nube de pensamientos. Y me descolocó totalmente. Por un momento entré en pánico, pensando que quizás había estado moviendo los labios y diciendo las cosas en voz alta en vez de solo pensarlas.

-        Si, dale, dame – respondió Sofía.

No entendía nada. Miré a mi derecha y vi a Valeria sosteniendo el tubo de crema en la mano, apuntando con su brazo a su hermana que se acababa de levantar y estaba a mi otro costado.

Volví a mirar a la pileta. Traté de simular que no había pasado nada y pretender no darme cuenta cuando Valeria se desabrochó la parte trasera del bikini.

-        Para que?! Si es solo un hilo! Sofía te puede poner la crema sin necesidad hacer de eso! – pensé.

Mi cuerpo otra vez empezaba a reaccionar. Que bueno que estoy boca abajo, pensé.

Me propuse no levantarme de la reposera antes que Valeria, no iba a dar siquiera la chance a tentarme y mirarle la espalda, o el costado del pecho que seguro se podía ver aunque sea mínimamente. Ese pecho que seguro entraba perfecto en mi mano.
No, tenía mi celular, podía ponerme a ver Instagram, descargar algún juego, lo que se me ocurriera.

Por suerte no tuve que esperar mucho. Mis tíos avisaron que ya se estaban yendo y tanto Sofía como Valeria habían venido con ellos. Ambas se levantaron, agarraron sus cosas y entraron a la casa.

David y Pablo me ayudaron a acomodar un poco las cosas en el patio y también entraron para poder buscar lo que habían traído. Ellos habían venido con sus propios autos, pero aprovecharon que ya todos se iban para hacer lo mismo.

Yo me quedé un rato afuera admirando el atardecer. Era probablemente lo que más me gustaba de la casa de mis viejos. Que cuando bajaba el sol se podía ver el atardecer completo en el horizonte sobre el lago artificial que había en el barrio.

-        Es un lindo paisaje – dijo Vale que apareció atrás mío. Ya cambiada, de nuevo con ese pantaloncito que le quedaba tan bien y resaltaba sus piernas.

-        Si, es lo mejor de venir a pasar la tarde acá.

-        Tenes un montón de fotos de ese atardecer en tu Instagram. Son todas re lindas.

Desde hacía unos años me había interesado por la fotografía. Me había comprado una cámara réflex digital intermedia, un par de lentes, un trípode y todo tipo de accesorios. La casa de mis viejos era ideal para practicar. Por la noche tenías el cielo estrellado que en la Ciudad no podes ver y al atardecer la mezcla de colores y la intensidad del sol hacían que fuera un lugar ideal para practicar.

-        Siempre quise una foto con ese paisaje – dijo mi primita.

-        No traje la cámara hoy. La iba a traer pero me la olvidé.

-        No importa. Me sacas una con el celu? – me lo dijo mirándome fijo y con los ojos bien abiertos. Sonriendome. Sabía que no podía decirle que no.

-        Ok, damelo.

-        No, el mío no saca lindas fotos, sácame con el tuyo que es mejor. Después me la pasas por Whatsapp.

-        Ok, dale ponete.

Le saqué tres o cuatro fotos mientras hacía poses, de costado, de rodillas, sonriendo, sacando un poco los labios. Las fotos típicas que le gustaba sacarse. La verdad que salieron muy bien y ella quedaba preciosa con ese fondo anaranjado.

-        Ahora sacate una conmigo!

No me dio tiempo a responder que ya me estaba agarrando del brazo y tirándome a donde estaba ella.

-        Dale, mirá la cámara! – Me sacó el celular de la mano y tomó la primer foto con los dos mirando hacia la lente. Nuestras cabezas apoyadas una contra otra, ella agarrándome fuerte con su brazo atrás de mi espalda y su mano sobre mi hombro - Otra!

No lo pensé, después de esa primer foto mi brazo que había quedado colgando atrás de ella la tomó de la cintura y la apretó contra el costado de mi cuerpo. Lo hice un poco fuerte, pero no pude evitarlo. Tenía la necesidad de sentirla cerca. Me pareció escuchar una pequeña risa o un suspiro cuando hice eso y mientras esperaba que se escuchara el sonido de la segunda foto siendo tomada, sentí como la húmeda boca de mi prima se impactaba contra el costado derecho de mi cara. Como su nariz también se apretaba contra mi cachete. Y ahí se escuchó el click de la cámara del celular.

-        Gracias! No te olvides de pasármelas - me dijo sonriendo y entregándome el celular mientras me daba otro beso en el cachete, esta vez más cerca de la boca. Yo no reaccionaba.

-        Y acordate que tenés que traer el juego a casa para mi cumple. – continuó diciendo mientras se alejaba caminando de espaldas y tirándome otro beso a lo lejos. – Nos vemos!

En un par de semanas era su cumpleaños, así que no iba a pasar tanto tiempo hasta que nos volviéramos a ver. Yo tenía un juego de mesa en mi departamento que a ella le gustaba mucho y siempre me pedía que lo lleve a las reuniones para jugar entre todos. Me reí para adentro cuando me lo puse a pensar, porque el juego se llamaba “Tabú”, una estupidez pero me causó gracia y me sacó del trance en el que me había quedado.

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Esa noche después de llegar a casa, darme una ducha, prepararme un sándwich con las sobras del asado que me había llevado de la casa de mis viejos, me senté en la cama, apoyado sobre el respaldo, prendí la tele y agarré la compu.

Ni siquiera recuerdo haberlo pensado. Como un autómata entré a Instagram y busqué el perfil de mi prima.

Me puse a mirar las fotos que tenía subidas. Las fotos en el boliche con sus amigas, las fotos tirada en su cama con sus libros de la facultad y las fotos que tenía en sus vacaciones por Europa hace algunos meses. Fui y vine varias veces mirando esas fotos. Algunas jugando en el agua, en esas típicas playas con el agua cristalina de un dejo verde azulado. Otras directamente en la arena o haciendo poses en bikini. De espaldas pero mirando a la cámara. Mostrando esa cola que hacía unas horas me había dado vuelta la cabeza. Siempre sonriendo.

No sé cuanto tiempo estuve viendo esas fotos, pero no podía dejar de verlas. Me sorprendía la curvatura perfecta de esa cola, no importa el ángulo de la foto, el fondo, el bikini que tuviera puesto, siempre me parecía perfecta. Lo sentía como una obsesión. Quizás era el hecho de que fuera una chica de 20 años, quizás fuera porque era realmente hermosa, quizás no quería admitir que era mayormente por que era mi prima o quizás era una mezcla de todas esas cosas, pero no podía dejar de mirarla.

Empecé a imaginarme qué hubiera pasado si cuando me encontró en el baño yo no me hubiera cubierto o si yo hubiera entrado al baño cuando ella se estaba cambiando. Hubiera pasado algo? Qué podría haber hecho? Quedarme mirándola para ver como reaccionaba? Esperar una sonrisa de su parte para tomarlo como una invitación a entrar? Y una vez adentro? Me hubiera acercado despacio a ella y quizás acariciarle suavemente la cara mientras ella me sonreía? Hubiera acercado mi cara a la suya y la hubiera besado despacio, apoyado mis labios suavemente en los suyos, mientras los dedos de mi otra mano empezaban a hacer contacto delicadamente con la parte baja de su espalda desnuda? Sus labios serían suaves, dulces, de esos que dan gusto besar y apretar entre los míos. Seguro que la empezaría a traer hacia mi, apretarla contra mi cuerpo. Sentirla y hacer que me sienta. Seguro que…

-        No, basta. – Cerré la ventana de Chrome. Cerré la tapa de la computadora y la dejé a un costado.

Agarré el control remoto, y me puse a buscar en Netflix algo para ver. No sabía que buscaba, no sabía que quería ver. Lo único que sabía con certeza, era que si no cerraba esa ventana me iba a terminar perdiendo en esos pensamientos.

Nunca, con ninguna de mis exnovias, con ninguna chica que haya estado, experimenté algo que me despertara sensaciones tan fuertes como las que ese momento de imaginación pura me había provocado. No lo podía describir, era algo muy sensual imaginarnos así, era deseo puro.

Ya está, ya pasó. A concentrarme en otra cosa. Fue algo de un día y nada más. Mañana ya me iba a importar menos.

En el fondo creo que sabía que no era cierto, pero no estaba ni cerca de imaginarme como todo esto iba a terminar. 

Mi prima Valeria (VII)

  -         ¡FELIZ NAVIDAD! -         ¡FELIZ NAVIDAD! -         ¡FELICIDADES! Dentro de la casa era un griterío, lo único que se escuc...