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domingo, 26 de julio de 2020

Mi prima Valeria (VI)

El año ya estaba llegando al final. Diciembre era un mes super activo para nuestra familia, entre mi cumpleaños, el de mi prima, navidad y año nuevo, este era el mes cuando más nos solíamos reunir. Desperté y ya era 23 de diciembre, estábamos a 2 días de navidad, lo que también indicaba que dentro de un día íbamos a estar todos reunidos para cenar en la casa de mis viejos como solíamos hacer los últimos años. Ellos dos, mis tíos y mis primos, todos, incluida mi primita Vale. La primita que me había comido la boca la noche anterior. La misma que me dejo la cabeza dando vueltas y me hizo difícil conciliar el sueño.
Solo nos habíamos besado, pero eso desencadenó un sinfín de emociones dentro mío. Estuve buena parte de la noche, pensando en cuál iba a ser el próximo paso. Incluso malgasté mi tiempo pensando en lo pésima que fue la decisión de llevarla hasta su casa, sin decir nada en el camino. Deberíamos haber hablado antes, quizás así el beso hubiera pasado en otro lado y podríamos haber terminado la noche en otro lugar.

Esa mañana me desperté totalmente desorientado, confundido y lleno de sudor. Había tenido un sueño que se sintió demasiado real. Aunque supongo que la mayoría de los sueños se sienten así. Sin embargo, hacía mucho tiempo que no tenía un sueño como ese. Tan fuerte, tan real, tan excitante.

Una ducha fría de 20 minutos fue necesaria para sacarme del estado en el que me había dejado esa situación.

En el sueño, yo estaba acostado, tirado en mi cama desnudo y tapado solo con una sábana, como muchas veces solía dormir. Pero no estaba solo. Alguien estaba en la cama conmigo, alguien me estaba despertando de una manera muy particular. Podía sentir su boca rodeando mi miembro. Podía sentir su mano sosteniendo mis huevos y su cuerpo de costado, sobre una de mis piernas. Podía sentir su pelo rozar la cara interna de mis muslos y mi cintura cada vez que subía y bajaba la cabeza. Lo estaba pasando espectacular. El único problema es que no sabía quién era la que estaba debajo de la sábana, quién era la que estaba dándome todo ese placer.

Dude unos segundos entre si apartaba la sábana o no. Después de todo, si estaba en la cama conmigo yo tenía que saber quién era. ¿Cómo puede ser que no recuerde quien es? ¿Qué pasó anoche? Todas esas preguntas inundaban mi cabeza.

Finalmente me decidí y corrí la sábana.

No la podía ver. Solo veía la parte de arriba de su cabeza, su pelo, hasta que de repente, levantó la miraba. Esos ojos eran inconfundibles. El corazón me dio un salto.

-        Vale! – grité.

Ese fue el momento cuando me desperté. Totalmente confundido y excitado. Pero esa imagen, mi primita mirándome a los ojos mientras subía la cabeza despegándose de mi cuerpo y sonriéndome. Estaba con ropa interior, lencería azul que le quedaba bien ajustada al cuerpo y levantaba sus pechos. Ahí estaba ella, tirada de costado en mi cama, con su mano en mi entre pierna. Esa imagen solo duró un segundo en mi sueño hasta el momento en que desperté, pero se me quedó grabada en la cabeza para siempre.

Era lunes y tenía que ir a trabajar. Algo que no tuve muy en cuenta a la hora de desvelarme el día anterior, así que llegué a la oficina hecho un zombie. Todo el día me lo pasé de reunión en reunión, sin prestar demasiada atención a las cosas que me decían.

Cada segundo libre miraba mi celular para ver si recibía algún mensaje de mi prima. Incluso entré como 20 veces a Instagram para estar atento a sus posteos.

No había nada nuevo. Pero eso no me impidió volver a revisar por milésima vez, las fotos de su feed. Iba directo a las fotos en las que ella estaba en bikini. Era increíble lo precisa que había sido mi fantasía. Sus piernas, sus pechos, la forma de su cinturita y hasta su ombligo. Era perfecta.

Desgraciadamente el trabajo no era el mejor lugar para ver las imágenes y recordar el sueño, así que después de mirar por un par de minutos cerraba las ventanas y volvía a intentar concentrarme en mis tareas. Eso se hizo casi imposible a lo largo del día.

No fue hasta que llegué a casa que recibí un mensaje de Vale.

-        Hola primito!

-        Ey! Todo bien?

-        Si, vos? Como viene tu día?

-        Aburrido. Casi ni dormí. Estoy que me caigo.

-        Yo estoy igual. Hoy fui a la facu y me quedaba dormida.

-        Que bajon!

La charla parecía lo más común del mundo entre dos amigos y nada más. Hasta que me llegó el siguiente mensaje.

-        Anoche nos interrumpieron en el mejor momento.

Me tomó un poco por sorpresa. Pero mi prima en realidad era así. Directa. Quizás daba un par de vueltas al principio, pero después encaraba y decía lo que quería decir. Era algo que me encantaba de ella.

-        Si – Fue todo lo que se me ocurrió escribir.

-        Mañana igual nos vemos

-        Si. Mañana a la noche nos vemos.

-        Donde empezó todo.

Me volvió a descolocar. No estaba seguro antes, no sabía si ese día en mi cumpleaños, había empezado todo para mí o para ella también. Había sido un día distinto y ese encuentro en el pasillo del primer piso ciertamente es el que me había volado la cabeza, pero hasta ahora seguía debatiendo si había sido todo mi imaginación o ese día en particular mi prima se me estaba insinuando abiertamente. Preferí hacerme el tonto.

-        Donde empezó todo?

-        Dale tarado. Te pensas que no me di cuenta ese día como me mirabas en la pileta.

¡Mierda! Y yo que pensaba que lo había podido disimular aunque sea un poco.

-        No me acuerdo – mentí de nuevo.

-        Enserio? Y yo que me había comprado ese bikini solo para vos :(

¡Hija de puta! Iba de madura y directa a nenita caprichosa en un abrir y cerrar de ojos. O de un mensaje a otro para ser más preciso. Pero me encantaba.

-        Claro. Te compraste un bikini para mostrárselo a tu primo?

-        No era el bikini lo que quería que vieras.

-        Y qué querías que viera? – no iba a ser yo el que diera el primer paso en este jueguito.

-        Contestame vos primero otra cosa.

-        Qué?

-        Te parece que tengo buena cola primito?

Eso ya era crueldad pura. Era una pregunta con una sola respuesta sin importar si sos hombre, mujer, si te gustan los hombres o las mujeres. Nadie, pero nadie en el mundo podía ver la cola de mi prima y decir que no era una cola perfecta. Decir que no, era mentir, porque era sin lugar a duda, hermosa. Pero decir que si era darle lo que ella quería.

-        Supongo que si.

-        Supones? No sabes?

-        No creo haberle prestado tanta atención como para poder juzgar. – mentira. Creo que nadie conocía esa cola como yo. En las últimas semanas había visto todas las fotos de mi prima en bikini o con su calza de ejercicio incontables veces.

-        Seguro?

-        Si, por?

-        Que raro! Por que me parece que visitaste mis fotos de Instagram un montón de veces, la debes conocer de memoria.

Pánico. Eso me recorrió el cuerpo en ese instante. ¿Cómo sabía eso? ¿Tenía una de esas aplicaciones donde te dicen cuando alguien ve tus fotos? ¿Era eso? Tenía que ser eso, no podía ser otra cosa.

-        ??? – Esa fue toda mi respuesta, necesitaba ganar tiempo y saber si se la estaba jugando o enserio me había descubierto.

-        Me llegan las notificaciones primito. Los últimos meses viste muchas veces mis fotos. Sobre todo las de la playa. Pero capaz es porque te gustan los trajes de baño, por eso me compre un bikini nuevo, para que mi primito que sabe tanto me pudiera decir si me quedaba bien o no.

¡Guau! Me tenía completamente atrapado. No tenía excusa válida. No había forma de zafar.

-        No me acuerdo haber entrado a tu perfil tanto. Viste que esas aplicaciones no funcionan tan bien, son medio chamuyo.

-        Si? Esta funciona bastante bien. La probamos un montón con mis amigas. Pero si, quizás funciona mal. Mi primo no es un pervertido que anda mirando las fotos de su primita. – Tenía que admitir algo. Valeria sabía perfectamente donde apretar cuando jugaba estos juegos.

-        Obvio que no – mentí. Sí, mentí, porque si lo analizaba, era eso, el primo pervertido viendo y fantaseando con las fotos de su primita mucho más chica.

-        Bueno. Lo dejamos ahí y te veo mañana primito.

-        Dale. Descansa y te veo mañana. Un beso

-        Otro.

Había perdido esa partida. Mi prima sin lugar a dudas, había ganado. Había controlado toda la situación y me había dejado descolocado, pero no podía reconocérselo. Al menos no de forma directa, no ahora.

Se me ocurrió otra forma de demostrarle que había ganado. Que había logrado lo que quería.

Entré a su perfil de Instagram y busqué una de las fotos del verano pasado. Había una en particular que me encantaba. Ella estaba en una pileta, sobre un inflable de esos que parecen una cama, para usar sobre el agua. Era una foto de primer plano, estaba boca abajo, con su codo apoyado sobre el inflable y su mano en su cara, con el dedo meñique ligeramente apoyado sobre el borde su labio inferior, apenas abriendo la boca. Con los ojos fijos en la cámara y de fondo, un poco más desenfocada pero perfectamente visible, su cola, solo cubierta por un bikini que parecía más bien un hilo rosa que solo adornaba esa circunferencia perfecta. Me encantaba esa foto. Me perdía en esa foto cada vez que la veía. En sus ojos, en la sombra de su pecho que se adivinaba entre su cara y el inflable.

No solía dar me gusta a las fotos de mi prima cuando eran como esa. No quería ser el “pervertido” que le da like a las fotos en bikini de su primita. Esta no había sido la excepción, por más que me encantaba.

Esa era la forma de decirle a mi primita que había ganado.

Lo pensé dos segundos y lo hice, le di “me gusta” a esa foto que tenía ya casi un año. Una foto que para encontrarla tenías que estar viendo las fotos viejas de ella. Tenías que estar si o si revisando su perfil un poco. El mensaje iba a ser muy claro y no había vuelta atrás. Ya vería al día siguiente cual era la reacción. Listo.

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Finalmente llegó el 24 de diciembre. La primera mitad del día fue un descanso para mi cabeza, me olvidé por un rato del constante interrogante de cómo iban a ser las cosas con mi prima cuando nos volviéramos a ver. Estuve de un lado a otro comprando cosas para la noche. El pan, regalos de último momento para mis viejos y la carne que había encargado.

Este año me tocaba a mí hacer el asado. Siempre había sido algo de lo que se encargaba mi viejo, pero esta vez le había dicho que me iba a encargar yo. La verdad había dos razones. La primera era para sacarle un peso de encima. El pobre tanto en navidad como en año nuevo se lo pasaba laburando toda la noche y no podía disfrutar con la familia. Siempre en la parrilla haciendo el asado perfecto para todos. Y la segunda razón, un poco más egoísta, era que me molestaba un poco como servía la comida. Siempre lo mismo, desde que era chico, porciones chiquitas y bien cocidas. No era feo, para nada, pero a mi me gustaba la carne un poco más jugosa y no solamente tirada a la parrilla. Me gustaba marinar la carne, armar alguna salsa o mezcla que le diera un saborcito extra.

Para poder lograr todo esto tenía que dedicarle tiempo, así que después de una mañana de hacer compras y correr de un lado a otro, llegué tipo tres de la tarde a la casa de mis viejos. Despacio y a mi ritmo, fui preparando todo lo que necesitaba. El resto de la familia no llegaba hasta las 8 o 9 de la noche, y con el calor que hacía, decidí dejar mi mochila en el cuarto de arriba, el que usaba cuando me quedaba a dormir ahí. Bajé solo con mis ojotas, un pantalón corto y una musculosa. Había traído una muda de ropa y una maya para cambiarme después de preparar el asado. Quería poder estar en condiciones a la hora de brindar. Con este clima además, era seguro que después de brindar íbamos a terminar en la pileta.

Me dediqué a lo mío mientras charlaba un poco con mi viejo. Se lo veía relajado. Por primera vez en mucho tiempo no tenía nada a cargo. Yo me ocupaba de la carne y mi mamá de las ensaladas y el vitel toné. Le costaba desligarse pero le puse una copa de vino en la mano y dejé que el alcohol haga lo suyo.

Charla va, charla viene, la carne ya estaba en la parrilla, eran las ocho de la noche y el timbre sonó por primera vez.

Hasta ese momento todo mi ser estaba seguro de que era una navidad como cualquier otra, tranquila en familia, sin nada particular. Pero el sonido de ese timbre, me hizo salir del universo paralelo en el que había estado durante todo el día. Ese ruido significaba que del otro lado podía esta mi primita, la misma con la que había estado intercambiando mensajes la noche anterior. La misma que dos noches antes, había besado en mi auto, al dejarla en la puerta de su casa. La casa de sus padres. Padres que quizás vieron que fui yo el que la dejó esa noche. El que estuvo en el auto con ella por un tiempo largo, antes de que entrara a su casa.

Como me odiaba a mi mismo algunas veces. Era de pensar rápido e imaginarme escenarios todo el tiempo en mi cabeza. En muchas situaciones era algo positivo, pero desgraciadamente también lo hacía en momentos como este. El timbre acababa de sonar y todavía nadie había ido hasta la puerta, pero en esos segundos yo ya me había vuelto a imaginar a mi familia en gritos al enterarse de lo que había hecho con Valeria. Las mil y una formas de cómo mi tío me iba a ahorcar o ahogar en la pileta.

Mi papá era el que no estaba haciendo nada. Ya estaba cambiado y listo para recibir a las visitas, así que fue el que se encargó de ir a la puerta y recibir a los invitados.

Mi corazón latía fuerte mientras trataba de hacerme el que no miraba por la ventana para ver quién había llegado.

Las voces que escuche me calmaron. Eran mis primos, Pablo y David que habían venido juntos.

Estaba un poco aliviado de que fueran ellos. Eso iba a hacer la situación más fácil para cuando llegara el resto, por que ya no iba a estar solo en la parrilla a merced de mi prima y lo que sea que se le ocurriera hacer o decirme, con tal de ponerme nervioso y divertirse a expensas mías.

Unos 15 minutos después, el timbre volvió a sonar. Esta vez mi vieja fue la que se ocupó de ir a abrir la puerta y también me facilitó la tarea de investigar quién había llegado.

-        ¡Llegaron todos juntos! – gritó desde la entrada de la casa y escucharon hasta los vecinos. Claramente mi viejo no era el único que ya había empezado con el vino.

Si bien me reí junto a mis primos por lo ruidosa que había sido, me alegré por que podía dedicarme a no mirar por la ventana, concentrarme en la conversación con mis primos y actuar de lo más natural cuando viera a Vale salir al patio para saludarnos. Que equivocado estaba.

Los primeros en salir fueron mis tíos, tanto los padres de mis primos como los padres de Vale y Sofi. Nos saludamos con un abrazo y un beso, pispearon la carne y volvieron a entrar en la casa. Después salió Sofía. Saludando al aire, tirando un beso para todos y como siempre con su celular en la mano. Se ve que saludar con un beso a tres personas era mucho trabajo para ella.

Enseguida se sentó al lado de David y siguió escribiendo como si nosotros no estuviésemos ahí. Estaba en su propio planeta.

Yo de lo seguro y tranquilo que estaba, empecé a ponerme nervioso. Ya había saludado y visto a todos, pero la que no aparecía era Valeria. Era raro que no haya venido a saludar. Le quería preguntar a Sofía pero no quería ser el que preguntara. Seguro alguien más lo iba a hacer.

-        ¿Y Vale? – dijo finalmente Pablo a mis espaldas mientras yo me ocupaba de revisar el calor de la parrilla. Y sonreía por dentro.

-        ¡Acá estoy! – escuché atrás mío y sentí un escalofrió por todo el cuerpo.

-        No te des vuelta, hacete el desinteresado – pensé.

Escuchaba atrás mío como mis primos saludaban a Vale y le preguntaban como estaba. Sabía que se estaba acercando a mí, pero yo seguía jugándola de tranquilo.

-        ¡Hola primito! – escuche justo a mis espaldas.

Cuando me di vuelta casi me infarto.

Vale estaba a un metro mío, con la pollerita de jean super corta que tanto le gustaba usar y una camisa blanca manga corta arriba, ajustada pero desabotonada en la parte superior. Lo suficiente como para que se pudiera ver muy fácilmente el bikini que llevaba abajo.

Un bikini rosa. Pero no cualquier bikini rosa. Era el mismo bikini rosa de la foto que yo había likeado la noche anterior. Era inconfundible. Lo conocía de memoria y lo reconocí a simple vista. Me quedé congelado.

Vale, con todo el resto de mis primos a sus espaldas, no hizo más que sonreírme triunfante. Había conseguido lo que quería, otra vez había ganado la partida. Todo mi esfuerzo, toda mi calma y serenidad para “jugarla de tranquilo” habían sido para nada.

-        Pendeja de mierda – pensé mientras volvía a poder utilizar mi cerebro.

-        Hola ¿no? – me dijo empujándome a que dijera algo.

-        ¡Hola! – dije torpe y efusivamente – perdón, me quedé colgado pensando en algo de la carne – si, eso fue lo que dije, así de lento estaba funcionando mi cabeza que ni una respuesta coherente pude pronunciar.

Vale contuvo una carcajada y decidió apretar un poco más.

-        ¿La carne? ¡Guau! Tiene una pinta eso. ¿Decís que falta mucho para que esté al punto? – siempre sonriendo y mirándome a los ojos. La hija de puta no había siquiera mirado la parrilla.

-        Recién lo estoy por dar vuelta. Le falta un rato todavía – dije tranquilizándome y sinceramente llevando la conversación hacia la comida para la cena.

-        No hay problema, para todo lo bueno siempre hay que esperar un poco.

Ese fue su punto final. Me regaló una sonrisa mordiéndose el labio inferior, se dio media vuelta y se sentó con mis primos a charlar. Yo no podía dejar de pensar en lo que había debajo de esa pollerita. Si trajo ese bikini, significaba que la parte baja era ese hilo rosa que había visto en la foto la noche anterior.

El resto de la noche, hasta la cena inclusive, fue como si Vale y yo nos hubiésemos dado una tregua. Nada de dobles sentidos, nada de miradas demasiado especiales. Creo que los dos asumimos lo mismo. Lo mejor era actuar como siempre y disfrutar ese momento en familia. Eso me hizo apreciar mucho más a mi prima. Me hizo confirmar lo que pensaba de ella, que era una chica madura para su edad. Que sabía cuando presionar y cuando no. Que no solo se dejaba llevar por sus impulsos sin importar el resto. Ella sabía que lo que teníamos era algo especial, pero también sabía que éramos primos y que nuestra familia estaba de por medio. Una familia integrada, compañera y feliz. Ninguno de los dos quería romper eso, simplemente para poder saciar los deseos que se habían despertado en nosotros.

Después de cenar y antes de que empezaran a traer las cosas dulces a la mesa junto con los espumantes, decidí irme a dar una ducha rápida. Cambiarme la ropa con la que había estado haciendo el asado y volver a bajar para brindar a las 12.

Subí a la habitación donde había dejado la mochila y agarré una toalla del mueble que había en el cuarto. Mi vieja siempre procuraba que yo tuviera un juego de sábanas y toallas listo en caso de necesitarlo. Por más que no vivía ahí con ellos, siempre me hacía sentir que esa casa era tanto mía como de ellos.

Fui al baño, me dí una ducha rápida y al terminar me puse la toalla alrededor de la cintura. Agarré la ropa que me había sacado y abrí la puerta del pasillo.

Ahí estaba de nuevo, al igual que hace tan solo unas semanas en mi cumpleaños. Mi primita en el pasillo, contra la pared y mirándome con una sonrisa. Era casi un dejavú.

-        Te traje un regalo de navidad – me dijo sin dejar de sonreír, llevando la mano a su cara y apoyando su dedo anular sobre el borde de sus labios. Todo esto mientras me miraba de arriba abajo.

-        ¿Si? – le dije desde el marco de la puerta pero empezando a caminar por el pasillo.

-        Si. Y sé que te va a gustar.

-        ¿Qué es? – le pregunté al ponerme justo delante de ella.

-        Tenes que esperar hasta las doce – me dijo inclinando un poco la cabeza hacia el costado. No me había dado cuenta pero inconsciente mente había acercado mi cara a la suya un poco. Me había inclinado sobre ella.

-        ¿No me podés dar una pista?

-        Me parece que la pista ya te la dí – me respondió mientras con la mano izquierda agarraba el cuello de su camina y lo tiraba hacia el costado, para que se viera aún más el corpiño del bikini que llevaba puesto ¡Qué bien que le quedaba y como resaltaba sus pechos!

No pude aguantar, ni siquiera me di cuenta cuando fue que me acerqué tanto a ella. Pero mis labios ya estaban sobre los suyos.

Correspondió el beso, nuestras lenguas se encontraron nuevamente como hace un par de noches, pero esta vez no era una sensación nueva. Era una sensación familiar así que fue otro tipo de electricidad la que sentí. La que sentimos.

Mi mano izquierda se posó suavemente sobre el costado de su cara, sosteniéndola y demostrando que no quería dejarla ir. Mi mano derecha se posó sobre su cintura, trayendo su cuerpo hacia mí. Nuestros pechos se encontraron. Tan abierta tenía la camisa que podía sentir el roce de su bikini contra mi piel. Su mano se posó al costado de mi cuerpo, justo encima de la toalla. Recién ahí fue cuando caí en cuenta del contexto. Estaba casi desnudo en el pasillo de la casa de mis padres. Gentilmente terminé el beso y la miré a los ojos.

-        Están todos abajo – le dije apoyando mi brazo contra la pared detrás de ella y bajando un poco la cabeza en clara muestra de frustración.

-        Si, tenés razón – me dijo mordiéndose el labio y suspirando fuerte.

-        Me tengo que vestir.

-        ¿Seguro? – me dijo sorprendiéndome y haciendo que la vuelva a mirar a la cara.

Estaba sonriéndome y mirándome a los ojos, desafiándome. Era ahora o nunca.

-        ¿Querés…?

-        ¡CHICOS! – se escuchó por la escalera – ¡Ya son casi las doce!

Era mi vieja, como siempre tan oportuna.

-        ¡AHÍ BAJO! ¡Primo! ¡¿Ya estas vos?! – gritó Vale enseguida para responderle a su tía y dejar claro que ella no estaba conmigo.

Le sonreí por la ocurrencia y me enderecé.  Me dispuse a encarar rumbo al cuarto para poder cambiarme, pero Vale me agarró el brazo y me frenó. Me tiró hacia ella y me besó fuerte, como había hecho al despedirnos hace un par de noches. De nuevo, solo me sonrió y empezó a caminar por el pasillo.

Yo caminé hacia el cuarto y abrí la puerta, me di vuelta para ver a mi primita mientras entraba en la habitación. Ella estaba al final del pasillo, iba a bajar las escaleras cuando también se dio vuelta para verme.

No lo pensé, solo lo hice. Agarré el nudo de la toalla y lo solté. Empecé a sacarme la toalla, teniendo cuidado de no mostrarme entero frente a ella, que solo viera claramente que me había sacado la toalla y que sostenía la misma en la mano, justo delante mío, mientras agarraba la puerta con la otra y la comenzaba a cerrar.

Su cara era para una foto. Los ojos bien abiertos y el labio inferior de su boca se separó del superior, haciendo juego con sus ojos. Sorpresa total. Eso era lo que mostraba su cara.

Terminé de cerrar la puerta, dejando a mi primita al borde de las escaleras, congelada. Me quedé apoyado contra la puerta unos segundos. No sabía si ella se iba a ir o de golpe iba a abrir la puerta del cuarto. La verdad no tenía un plan, fue un acto de instinto puro. No escuchaba nada del otro lado. El silencio me ponía más nervioso. Hasta que por fin escuche los pasos bajar la escalera. Se había quedado al menos 5 segundos ahí, sin saber que hacer o decir, la había dejado totalmente congelada.

Mientras me cambiaba vi la pantalla del celular iluminarse sobre la cama. Lo agarré antes de salir del cuarto y vi que tenía un mensaje. Un mensaje de Valeria. Era claro y directo. “Sos un hijo de puta”. Sonreí al leerlo y supe lo que significaba. Esa mano la había ganado yo y mi primita me lo estaba haciendo saber.

Ya eran casi las doce. El día estaba terminando. Pero por suerte para mí, esto recién empezaba y esa no iba a ser la última mano que jugaríamos esa noche.


sábado, 4 de julio de 2020

Mi prima Valeria (V)

Todo el resto de la noche estuvimos intercambiando miradas cómplices. Me moría de ganas por estar a solas con ella y poder retomar donde lo dejamos. Ni siquiera estaba del todo seguro qué era lo que seguía, pero necesitaba saberlo.

Desgraciadamente eso no fue posible. Todo el resto de la noche nuestros primos estuvieron con nosotros en todo momento.

-        Voy a buscar algo más para tomar – dije en un momento dado, mirando a Valeria, para hacerle entender que la esperaba adentro.

-        ¡Banca! Vamos todos directamente, ya está refrescando, vayamos y seguimos adentro - acotó mi primo, arruinando toda posibilidad de quedarme a solas con mi prima.

Ese fue el único intento de poder volver a hablar con ella que llegué a realizar. Al poco tiempo de mudarnos al comedor, ya todos empezaron a levantar campamento y decir que era hora de irse. No me quedó mucha más opción que hacer lo mismo. Después de todo, mis tíos estaban dele repetir que “era tarde”, invitando cordialmente a que cada uno se vaya a su casa.

Saludé a mis primos, mis tíos y mis viejos. Quedó para el final Vale a la cual al estar rodeados por toda la familia no pude más que abrazar y dar un beso.

-        Feliz cumpleaños primita, espero que lo hayas pasado bien hoy – le dije, honestamente sin ningún tipo de doble intención. Es algo que solía decir en esas situaciones.

-        Si, muy, gracias – me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando me dijo eso entendí el doble sentido que podía haber tenido mi frase y le correspondí la sonrisa.

-        ¡Bueno! Parece que se arreglaron las cosas – acotó Sofía que estaba justo detrás de su hermana.

Era verdad. El escenario era completamente distinto. Había llegado a esa casa y mi primita me había recibido con ojos llenos de furia y durante casi toda la noche no me había querido dirigir la palabra. Y ahora me estaba yendo mientras compartíamos una sonrisa cómplice y un secreto que solo nosotros conocíamos.

Eran las 3 y media de la mañana cuando llegué a casa y no debo haberme dormido antes de las 5, seguía repitiendo ese momento en el living una y otra vez en mi cabeza.

Quería mandarle un mensaje a mi prima, pero no quería parecer un desesperado. Yo era el grande, el maduro en todo esto, no podía comportarme como un pendejo necesitado. La veinteañera era ella. Guau, veinte años, alegre, hermosa y divertida. Mi primita. Lo que hace unas semanas parecía una fantasía fuera de lugar, ahora estaba convirtiéndose en realidad.

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Dos y media de la tarde. Dolor de cabeza. Sol entrando por la ventana y dándome directo en la cara. Así fue mi despertar.

Me costó unos minutos terminar de despabilarme pero cuando logré hacerlo y empecé a estirarme, todo lo acontecido la noche anterior empezó a volver.

Tanteando con la mano, busqué mi celular en la mesa de luz, pero no estaba. No era la primera vez que pasaba. Rebusqué con los brazos entre las sabanas y bingo. Me había dormido con el celular en la mano de nuevo.

Prendí la pantalla y ¡Sí! Tenía mensajes sin leer. ¿Me había escrito mi primita?

Desbloquee el celular y entré a Whatsapp. Tres mensajes sin leer en total. Todos de la misma persona. Todos de Laura.

Hace una semana eso me hubiera alegrado la mañana y puesto de bueno humor. Nos llevábamos bien, me parecía super interesante. Pero esa mañana, al ver su nombre en los mensajes sin leer, me sentí decepcionado. No era la persona que quería que me escribiera ese día.

-        Eu! Cómo estas?

-        Tenes ganas de hacer algo hoy a la noche?

-        Un amigo me sugirió un bar que creo que te puede gustar.

Los mensajes eran de hace un par de horas. Con el celular entre las sábanas, con una almohada encima, tal cual como lo había encontrado, claramente no había hecho el ruido suficiente cuando entraron los mensajes, como para lograr despertarme.

Ni siquiera pasó por mi cabeza contestarle. Después de leer los mensajes dejé caer el celular sobre la cama de nuevo y me quedé mirando el techo.

¿Por qué Valeria no me había mandado nada todavía? ¿Lo iba a dejar pasar como algo de una vez y listo? Quizás estaba asustada por lo que había pasado. No, no podía ser, una parte de mí me decía que ella quería lo mismo que yo, quería que yo la besara y por eso no dijo más nada. Por eso me sonrió después. Quizás no sabía cómo manejar esa situación. No podía culparla, a mí me pasaba lo mismo y se supone que yo era el más grande de los dos. El que tenía más experiencia y tenía todas las respuestas. Después de todo, yo fui el que la besó a ella.

Decidí levantarme y preparar algo para comer. Mientras lo hacía, recordé que no le había respondido nada a Laura. La verdad con lo que había pasado la noche anterior, no sabía cómo actuar con ella. Valeria se había puesto así cuando supo que había pasado algo entre nosotros, seguir saliendo con ella, seguramente iba a ser para peor.

Tenía muchos sentimientos encontrados. Por un lado, Laura me gustaba. Pero si tenía que elegir, ella no me hacía sentir lo mismo que mi prima. Vale me tenía totalmente loco. Cada vez que pensaba en ella su imagen se veía bien lúcida en mi cabeza. Su sonrisa, sus ojos, ella de cuerpo entero, posando para una foto, sonriendo, luciendo ese cuerpito tan perfecto que me encantaba. Cada vez que pensaba en todo eso mi cuerpo sentía la necesidad de tenerla entre mis brazos. Agarrar su cinturita con mis manos y traerla hacia mí. Sentir sus brazos sobre mis hombros con sus manos juntándose detrás de mi cabeza. Nuestra mirada fija en los ojos del otro.

Laura no me hacía sentir todo eso. Era solo Laura, una chica linda, divertida, que me gustaba y estaba buena, sí, pero ese era el sentimiento, ahí terminaba.

Había algo más que debía tener en cuenta después de lo que había pasado la noche anterior. Vale era una chica joven, 20 años, una pendeja. Quién sabe cómo podía reaccionar si después de besarla, yo seguía saliendo con su amiga. ¿Quién sabe qué podía pasar si hacía algo que a ella no le gustaba? Sentí un poco de pánico. ¿En qué lío me había metido? La situación que me había imaginado la noche anterior con toda mi familia queriendo matarme todavía se podía volver realidad.

-        No, calmate – me dije a mi mismo – Valeria es mucho más madura que eso. No llegaría a hacer algo así solo por sentirse rechazada. Tendría que irme muy a la mierda como para que algo así pasara. Relajá.

Frenar y pensar en frío era lo correcto. Lo que tenía que hacer ahora era comer algo, relajarme y pensar qué le podía responder a Laura. Tampoco quería tratarla mal, ella no tenía nada que ver y no se lo merecía.

Decidí que lo mejor era verla en persona, pero que no pasara a mayores. Solo salir como amigos y después decirle que no nos veía funcionando como algo más. Esa era la opción uno. La dos, era decirle que mantengamos todo 100% a espaldas de mi prima. Iba y venía entre las dos. Era arriesgado, pero a la vez, tener la posibilidad de ponerla de vez en cuando no es algo que se tiene que tomar a la ligera, además no sabía si lo de Valeria iba a prosperar o si había sido una cosa de una sola vez. Después de todo era una situación complicada como para “proyectar a futuro”.
Decidí escribirle y empezar a decidir el mejor camino sobre la marcha.

-        Ey! Todo bien! Disculpá. Recién me levanto. Lo del bar puede estar bueno!

La respuesta no tardó mucho en llegar.

-        Noche larga, no?

-        Si, era el cumple de Vale y nos quedamos hasta tarde.

-        Cómo estuvo? Lo pasaron bien?

-        Si, estuvo tranquilo, pero estuvo bueno.

-        Si, ella me dijo lo mismo.

¿Había hablado con Valeria? ¿Hoy? ¿Para qué?

-        Ah! Ya hablaste con ella?

-        Si, como no me respondiste y sabía que había festejado su cumpleaños con la familia anoche, le pregunté por las dudas, a ver si habías ido. Pregunte por arriba para que no sospeche nada raro.

Valeria no es ninguna boluda, ya sabía todo desde antes de que yo se lo confirmara. Pero no valía la pena decirle nada a Laura, mejor cortar el tema ahí.

-        Ah! Okok. Y cómo querés hacer hoy a la noche?

-        Si te parece, nos encontramos ahí a las 10. Es cerca de mi casa. Se que no te queda muy a mano, pero de última después te quedas en casa así no tenés que volver hasta allá.

No podía decirle que no sin darle demasiadas explicaciones. Así que no me quedó otra que decirle que si.

-        Si dale! Te veo ahí entonces.

Pasé una buena parte de la tarde imaginando escenarios en mi cabeza de cómo podía comportarme con Laura esa noche. Hasta no saber qué era todo esto con mi prima y no descifrar donde iba a terminar, no podía arriesgarme. Tenía que congelar la situación con ella. No hacer algo que pudiera molestar a Vale pero tampoco sacarme de encima a Laura de una. Si mi fantasía con mi prima no se volvía realidad, Laura era mucho más que un premio consuelo. Definitivamente era una chica con la que me veía saliendo.

Tipo 6 de la tarde me llegó un mensaje de Laura.

-        No me mates, pero te molesta si Vale se nos suma hoy a la noche?

Me descolocó por completo esa pregunta. ¿Cómo sabía Valeria que nosotros íbamos a salir? Laura no le había contado nada y yo no le había dicho a Laura que Valeria ya sabía.

-        Mi prima?

-        Si, perdón! Es que me escribió para preguntarme si te había podido localizar. Se ve que no fui muy sutil cuando le escribí a la mañana. Me dio a entender que ya sabía que estábamos saliendo, así que le conté que nos íbamos a ver hoy a la noche.

-        No era que íbamos a mantenerlo entre nosotros?

Sentía un poco de bronca, todo mi plan de manejar las cosas con calma se estaba viniendo abajo.

-        Si, perdón! Pero me parece que ya sabía. Por suerte no me dijo nada malo. Se lo tomó super bien. Me preocupé por nada se ve.

No. No se había preocupado por nada. Valeria estaba super enojada la noche anterior y era porque Laura y yo habíamos estado juntos después del bar. No había forma de que se estuviera tomando todo esto bien. Estaba disimulando para que la amiga no se diera cuenta. Pero si venía con nosotros al bar iba a explotar y seguro la noche terminaba en escándalo. Tenía que inventar algo para evitar que se sume.

-        No va a ser medio raro que venga con nosotros?

-        Yo le di a entender lo mismo, pero me insistió mucho, no le pude decir que no.

¡Mierda! Claramente quería enfrentarnos y ponerme en esa situación de mierda. Quizás hasta le terminaba diciendo a Laura lo que había pasado la noche anterior.
A Vale la conocía lo suficiente como para saber cómo podía reaccionar en situaciones normales, pero no tenía ni idea cómo podía reaccionar Laura al enterarse de que yo había besado a mi prima. Ya me veía siendo viral en redes. El pervertido del que todos comparten fotos para advertir a las mujeres.

No se me ocurrían muchas excusas para inventar y tarde o temprano iba a tener que enfrentar la situación, así que decidí ir para adelante y aceptar lo que venía.

-        Ok, no te preocupes. Nos vemos en el bar a las 10 y listo, Vale es copada, no es que nos va a arruinar la salida.

-        Obvio! Dale, gracias! Y perdón de nuevo!

No estaba contento con la situación, pero tampoco había mucho que pudiera hacer. Que pase lo que tenga que pasar, pensé.

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Eran las 22.15 cuando llegué al bar. Había estado dando vueltas un buen rato hasta encontrar donde estacionar. Al ser una zona residencial, había muchos autos en la calle y pocos lugares permitidos para dejar el auto.

Entré al bar y empecé a buscar a Laura, hacía 10 minutos me había avisado que ya estaba ahí, sentada en una mesa chica. No la estaba viendo por ningún lado, el bar estaba bastante lleno, como suele pasar llegando a fin de año.

-        Tenés que seguir derecho y mirar a la derecha, ahí está nuestra mesa – me dio un escalofrío en todo el cuerpo cuando escuché eso. Inmediatamente me di vuelta y la vi.

-        Vale…

-        Hola primito – me dijo con una sonrisa.

-        Hola – Respondí como un autómata, no sabía bien cómo reaccionar.

Ella solo me sonreía, esperando que yo diga algo. No parecía enojada por el hecho de que yo haya decidido salir con Laura. Eso me dejaba con dos suposiciones. Valeria estaba ahí para mandarme al frente delante de Laura y humillarme como venganza por besarla y al día siguiente salir con alguien más. O, estaba ahí solamente para divertirse a expensas mías. Ver cómo me ponía nervioso y me retorcía un poco. La segunda opción era la más probable conociéndola.

-        Dale, Lau nos está esperando – dijo pasando por adelante mío y guiando el camino mientras cargaba una pinta de cerveza en cada mano.

Tenía puesto un jean bien ajustado y una blusa que terminaba justo donde empezaba el pantalón, por lo que se le veía un poco la espalda al caminar. Y cómo caminaba, ese jean hacía que se moviera de un lado al otro como un péndulo intentando hipnotizarme ¡Qué tortura!

-        ¡Dale! ¡Vamos! – me gritó dándose vuelta, cuando notó que no la estaba siguiendo y sacándome de mi trance hipnótico.

¡Dios! De adelante era peor, se dejaba ver un poco de su pancita totalmente plana, con el pantalón justo debajo de la línea de su cintura. Incluso se me pasó por la cabeza que parecía no tener ropa interior, porque a esa altura ya debería verse algo. Si miraba más arriba, el atuendo culminaba con un escote bastante pronunciado, claramente tenía puesto un corpiño push-up. Nunca se vestía con algo tan expuesto. Me había dejado congelado de la impresión.

Seguimos caminando hasta llegar a la mesa donde Laura estaba sentada.

-        ¿Estaba difícil estacionar? – me preguntó sonriendo al vernos llegar.

-        Si, es un quilombo venir en auto acá, esta super lleno – le dije mientras le daba un beso en el cachete y me sentaba en la silla que estaba enfrente a ella. Valeria se había sentado en la que estaba al lado de Laura, así que no tenía mucha más opción.

-        Yo vine en taxi, pero me cobró una fortuna, a la vuelta me voy en bondi – dijo mi prima haciendo puchero.

Pasamos un buen rato conversando de todo un poco. La semana que habíamos tenido y la que se venía. Hasta que Laura mencionó el cumpleaños de mi prima.

-        ¿Cómo lo pasaron anoche? – preguntó mirando a Valeria.

-        ¡Re bien por suerte! – contestó con una sonrisa

-        Si, estuvo bueno – agregué yo

-        ¿Nada raro? – insistió Laura, dejándome un poco preocupado, pensando en por qué estaba haciendo esa pregunta.

-        No. ¿Por? – contesté con la voz un poco entrecortada y dando un sorbo a la cerveza para disimular.

Las dos me miraron. Laura haciendo una mueca extraña y mi prima sonriendo. Estaba disfrutando verme sufrir la pendeja.

-        No, para sacar conversación – dijo Laura mientras posaba su mano sobre la mía.

Me estremecí un poco y creo que ella se dio cuenta, por que sacó suavemente su mano.

-        Voy a pedir otra. ¿Quieren? – nos preguntó a mi y Valeria mientras se levantaba.

-        No, gracias. Todavía me queda la mitad de esta – señaló mi prima.

-        Dale. Yo si quiero otra. ¿Queres que vaya yo? – le ofrecí.

-        No no, vos fuiste la última, ahora vengo – dijo mientras encaraba rumbo a la barra.

Vale y yo nos quedamos solos por primera vez en la noche. Llevaba más de una hora conteniéndome para no mirarle el escote, no prestarle más atención de la que correspondía para evitar que Laura notara algo raro. Pero en cuanto Laura desapareció de la vista, me di vuelta para mirar a mi primita.

Ahí estaba ella, mirándome con una sonrisa en la cara, totalmente consciente de lo particularmente provocativa que estaba y de lo nervioso que me ponía.

-        Parece que están muy cariñosos ustedes dos - dijo manteniendo su sonrisa

-        ¿Cariñosos? – respondí yo.

Se limitó a mirarme con cara de “No te hagas el tonto” y seguir sonriéndome.

-        Tampoco la puedo culpar. Estás lindo hoy. Te queda muy bien esa camisa, primito – dijo mientras me sonreía pícaramente.

-        Gracias. Vos estás muy linda también.

-        ¿Si? ¿Te gusta lo que tengo puesto? – preguntó mientras se tiraba un poco para atrás mirándose el escote y pasando “inocentemente” su mano por el borde del mismo.

Ni siquiera le respondí. Mi sonrisa lo decía todo. Ella estaba jugando conmigo y lo estaba disfrutando.

Nuestro intercambio de sonrisas se vio interrumpido cuando Laura volvió a la mesa.

Me dio mi cerveza y volvió a poner su mano sobre la mía. En realidad, sobre mi antebrazo, acariciándolo un poco.

-        ¿De qué hablaban? – preguntó mirando a Valeria con una sonrisa.

Mi prima tardó un poco en contestar. El gesto de su amiga no le había gustado mucho.

-        De anoche – dijo de repente, haciendo que mi corazón se frene por un instante.

-        ¿Si? ¿Qué cosa de anoche? – preguntó Laura

-        De lo hábil que es mi primito para algunas cosas – respondió con total seguridad y sosteniéndole la mirada a su amiga.

-        ¿Hábil? ¿Hábil con qué? – volvió a preguntar Laura acariciando más mi antebrazo.

Yo quería que me tragara la tierra ahí mismo.

-        Me dejó completamente dada vuelta anoche, fue casi un abuso – dijo haciendo una leve pausa que mi corazón acompañó –perdí todo lo que aposté jugando al poker contra él. ¡Y eso que era mi cumpleaños! ¡Cero piedad!

Laura se rio ante el comentario de mi prima y nosotros la acompañamos en su risa. Aunque la mía era más nerviosa que otra cosa.

La conversación siguió por otros rumbos, un poco de esto, un poco de aquello, mientras se iba haciendo más tarde, hasta que de golpe en medio de un silencio que se había hecho, Laura habló.

-        Estoy un poco cansada. Me parece que voy a encarar para casa.

-        Si, yo también, estoy muerta – acotó Valeria

-        Si, yo estoy igual – dije intentando aprovechar la oportunidad para escapar de esta noche tan rara.

-        ¿Queres acompañarme a casa y tomamos algo antes de que vuelvas? – me preguntó Laura.

-        ¿No estabas cansada? – dijo de repente mi prima.

Yo me quedé en silencio, se estaban mirando entre ellas y prefería que lo resolvieran solas. Desgraciadamente la jugada me salió mal y las dos me miraron para que diga algo.

-        La verdad, yo estoy bastante muerto. Si no te jode yo también encaro para casa.

-        ¿Seguro? – insistió Laura tirándome una mirada por si no había entendido lo que “tomar algo” realmente significaba.

-        Si, perdoná, es que mañana me toca levantarme temprano – mentí.

Mi respuesta no le gustó mucho a Laura, pero creo que prefirió no subir más el tono, la situación ya estaba bastante rara con mi prima en el medio.

-        Si, obvio no hay problema. Igual, en la semana arreglamos para vernos – Ese último comentario no había sido casual. Parecía que Laura estaba intentando marcar el hecho de que si no era hoy, iba a ser en la semana, pero que nos íbamos a ver a solas de nuevo.

Vale se dio cuenta del tono que usó su amiga y para echar un poco más de leña al fuego, no tardó en hablar.

-        Primito, ya que vas para tu casa, ¿me podrías alcanzar? – mientras ella me sonreía, Laura la fulminaba con la mirada.

-        Eh… si, supongo que sí. Lau ¿Segura que no te molesta? – le pregunté a Laura. La verdad es que toda la situación era un poco extraña, mi prima parecía que estaba marcando territorio.

-        No, obvio, vayan. Mejor que la lleves que ya es tarde como para que vaya en colectivo sola – lo que decía y lo que aparentaba iban en sentidos totalmente opuestos.

Finalmente salimos del bar y nos despedimos en la entrada. Laura y Valeria con un abrazo y cuando yo fui a besar a Laura en el cachete, ella movió la cara y me besó en la boca fuerte, agarrándome de la cara. Cuando me soltó me miró fijo a los ojos y se despidió.

-        ¡Vayan con cuidado! ¡Nos vemos!

Yo no dije ni una palabra, empecé a caminar rumbo al auto con Valeria a mi derecha. En el camino no intercambiamos ni una palabra. Tres cuadras caminando totalmente en silencio.

Subimos al auto y encaramos rumbo a lo de Vale. Va, lo de mis tíos que es donde ella vivía.

Todo el camino, de nuevo, ni una palabra, lo único que rompía el silencio era la radio. Yo resistía la tentación de mirarla todo el tiempo. No sabía si estaba enojada conmigo y no tenía muchas ganas de descubrirlo, así que me limité a manejar.

Al llegar, frené enfrente a la entrada de la casa de mis tíos. Tiré del freno de mano y giré mi cabeza hacia la derecha para ver a mi prima.

No había terminado de girarme que los labios de Valeria estaban totalmente apoyados contra los míos.

Me tomó totalmente por sorpresa. Hasta ese momento no habíamos tenido más que un par de intercambios de miradas y sonrisas a lo largo de la noche. Pero no me veía venir eso así, tan de golpe. Menos después del beso de Laura.

Su boca estaba presionada contra la mía, esperando que yo haga un movimiento. Tardé un par de segundos en reaccionar pero le devolví el beso. Incliné un poco mi cabeza a la derecha y empecé a besar tu labio inferior, a abrir un poco mi boca y empezar a besarnos de verdad, lenta pero intensamente. Recordar el momento en el que la punta de mi lengua se encontró con la suya, me sigue causando escalofríos. Creo que en ese momento a ella también, porque justo después de ese contacto sentí que se tiró levemente para atrás. Podría jurar que también se le escapó una sonrisa. Sé que a mí me pasó exactamente eso.

Seguimos besándonos despacio. Había llevado mi mano derecha al costado de su cara y acariciaba su mejilla suavemente. No queríamos que ese momento terminara. En parte porque no sabíamos cómo íbamos a actuar cuando tuviéramos que vernos de nuevo a la cara, pero también en parte porque era una situación única. Tantas idas y vueltas, tanto había pasado hasta llevarnos a esto que los dos queríamos y sabíamos que tarde o temprano iba a pasar, era muy difícil dejar ir ese momento.

Posé mi mano izquierda sobre su pierna de forma muy suave, la sentí estremecerse cuando hice eso, se separó por medio segundo de mi boca pero enseguida volvió a besarme.

Empecé a mover mi mano sobre su pierna muy despacio, subiendo. No lo hice con ninguna intención en particular, fue un acto reflejo, pero otra vez se estremeció. Esta vez se separó despacio de mi cara y me miró a los ojos. Estaba sonriendo. Estábamos sonriendo. Los dos al mismo tiempo nos mordimos el labio inferior y lo sentimos con la lengua, todavía estábamos saboreando el beso que nos acabábamos de dar. Nos reímos al darnos cuenta de que habíamos hecho lo mismo y eso rompió el silencio dentro del auto.

-        Guau – es todo lo que salió de mi boca.

-        Si, guau – sonrió mi prima – estuve toda la noche esperando poder hacer eso.

-        Yo también – dije sonriendo y dándole un beso suave en los labios. Esa boca era irresistible al tenerla tan cerca.

Nos quedamos en silencio unos segundos, mirándonos a los ojos sin saber realmente qué más decir. Yo quería arrancar el auto y que nos fuéramos de ahí, pero no quería presionarla.

Vale se incorporó en el asiento y yo hice lo mismo, miré hacia adelante. No sabía que hacer con mis manos, la izquierda se posó en el volante y la derecha sobre mi pierna. Giré un poco la cabeza para poder verla. Ella seguía mirando para adelante, todavía un poco perdida pero semi sonriendo. Seguro pensando también qué es lo que podíamos hacer. Me miró y abrió la boca como para decir algo. Por fin ella tenía algo para decir, porque yo estaba totalmente congelado.

En ese mismo instante vi detrás de mi prima que las luces de la casa se prendían. Había alguien despierto y si estaban prendiendo las luces del living es porque estaban en esa habitación. Probablemente ya habían visto el auto. Vale vio mi reacción y se dio vuelta para ver qué había pasado atrás suyo.

-        Uf – suspiró mientras miraba el techo y dejaba caer su cabeza contra el asiento en clara señal de frustración.

-        Ya deben haber visto el auto – le dije

-        Si, que pesados.

-        No creo que vean adentro del auto igual, es de noche y los vidrios están polarizados.

-        Si, no vieron ni ahí. Debe ser mi viejo que no le gusta que esté en un auto afuera de casa mucho tiempo. Tiene miedo de que alguien nos sorprenda y nos traté de robar al entrar a casa, cuando me dejan mis amigas hace lo mismo. Es un paranoico – dijo mientras se incorporaba de nuevo en el asiento y me miraba.

-        Algo de razón tiene, capaz es mejor que entres – le respondí sin tener ningún deseo real de dejarla ir.

-        Si – dijo ella sintiendo lo mismo. Lo veía en su mirada de frustración.

Vale miró hacia la casa una vez más. Abrió su cartera para sacar las llaves y después de volver a cerrarla me miró.

-        Andá con cuidado – me dijo con un tono entre pedido y orden, lo cual me hizo sonreír.

-        Si, no te preocupes. Anda dale, descansa.

Me sonrió al darse cuenta de cómo había sonado su frase. Como una novia sobreprotectora. Miró una vez más hacia la casa, creo que buscando lo mismo que yo, ver si no se asomaba nadie por la cortina de la ventana del living. Me miró de nuevo y sin dudar me clavó un beso mientras agarraba mi cara con la mano derecha, como para asegurarse de que no me iba a escapar. Fue solo un segundo, pero tener sus labios sobre los míos de nuevo se sintió muy bien. Nos despedimos con una sonrisa y se bajó del auto.

Me quedé hasta que la vi entrar y con mi cabeza todavía dándome vueltas, encaré hacia casa. Me sentía muy bien. Como al final de una primera cita con la persona que te gusta, en la que todo sale como lo esperabas. Pero esto era levemente distinto. Había sido una noche rara, pero definitivamente terminó mejor de lo que hubiera esperado. Ya no era un juego de primos, no era solo un secreto que guardábamos en complicidad, de algo que había pasado solo una vez, esto ya era algo más.

Todavía me quedaban dudas sobre cómo iba a seguir la cosa. Algo me había quedado claro, Vale estaba marcando su territorio esa noche. Me había dejado en claro que quería lo mismo que yo. Con Laura la noche no había sido la mejor, pero no me importaba, la salida con ella ya se sentía como de una noche diferente. Lo único para lo que tenía espacio en mi cabeza era mi primita. Lo linda que estaba esa noche, lo bien que le quedaba ese pantalón y lo dulce que se sentían sus labios. Iba a estar difícil conciliar el sueño.

Mi prima Valeria (VII)

  -         ¡FELIZ NAVIDAD! -         ¡FELIZ NAVIDAD! -         ¡FELICIDADES! Dentro de la casa era un griterío, lo único que se escuc...