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¡FELIZ NAVIDAD!
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¡FELIZ NAVIDAD!
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¡FELICIDADES!
Dentro de la casa era un griterío, lo único que se escuchaba
además de los gritos era el “tin” de las copas al chocar. Todos estaban muy
efusivos y alegres. Podría jurar que mis tíos estaban tan pasados que ya
brindaban y se abrazaban dos veces con la misma persona, no por cariño, si no
por total desconcierto.
Yo brindé y saludé a todos con un beso o un abrazo.
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¡Feliz Navidad primita! – le dije a Vale
mientras le daba un beso en el cachete, extremadamente cerca de los labios.
Quizás yo también había estado tomando un poco de más.
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¡Feliz Navidad primito! – me respondió
ella mientras me abrazaba y dejaba luego su brazo sobre mi espalda.
Ya ambos habíamos saludado a todos, era como si hubiésemos
planeado la ronda de esa forma para terminar así.
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¿Vamos a la pileta? ¡El agua debe estar re
linda! – le gritó a todos y sin soltarme – ¡Podemos poner la red y
jugar!
La respuesta fue positiva por parte de todos mis primos, que
a la vez que decían “dale”, ya agarraban un par de botellas de cerveza para llevar
afuera.
Tanto mis viejos como mis tíos se estaban volviendo a sentar. Era de esperarse,
lo del vóley en la pileta y seguir tomando en el agua era más una cosa nuestra.
Salimos todos al patio y como ya teníamos los trajes de baño
puestos, solo era cuestión de sacarnos lo que teníamos encima y tirarnos al
agua.
Mis primos estaban totalmente pasados, casi no llegan a
sacarse la remera que ya estaban de cabeza en el agua.
Vale seguía con su brazo alrededor mío, solo que había
bajado su mano a mi cintura, todo mientras sostenía una copa semi vacía en la
otra mano. Por mi parte, desde que salimos al patio ya tenía mi brazo por
detrás de su espalda con mi mano apoyada sobre su hombro derecho. Nada que no
hayamos hecho antes delante de la familia, éramos un par de primos abrazados,
nada más.
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¡Voy a buscar la Red! – grité mientras
deslizaba suavemente mi mano por la espalda de Valeria y empezaba a alejar mi
cuerpo del suyo.
Busqué la red, la pelota y volví al patio. Sofía ya estaba
en la pileta con mis primos, pero estaba apoyada contra el borde apretando
compulsivamente la pantalla de su celular con los pulgares sin parar. Tiré la
pelota hacia la pileta para que la agarren mis primos y empecé a colocar la
red.
Mientras tanto, Valeria estaba dejando su celular en una de
las reposeras y la copa justo al lado en el piso.
Mis primos estaban en su mundo, riéndose, pasándose la
pelota y cada tanto golpeando los vasos con cerveza para brindar por milésima
vez en la noche. Sofía tenía la mirada perdida en su celular. Y estando todo el
resto de la familia adentro de la casa, decidí levantar la cabeza mientras
ajustaba la red. Valeria me estaba mirando fijo, como esperando que yo la
mirara. Y en ese mismo instante empezó lentamente a desabrocharse la camisa.
Despacio, pero siempre mirándome a los ojos y mordiéndose el labio o sonriendo.
Creo que nunca tardé tanto en colocar la red en la pileta,
creo recordar que estaba intentando ajustarla, pero quizás solo la desajustaba
más al no estar prestando atención a eso.
Cuando terminó con la camisa se dio vuelta y la tiró sobre
la reposera, quedando totalmente de espaldas. Miró de reojo a la pileta para
asegurarse de que todos seguían en sus cosas y automáticamente se empezó a
sacar la pollerita, descubriendo la parte baja del bikini, ese hilito rosa que
parecía solo marcar los límites de esa cola perfecta.
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Hija de puta – pensé.
Nadie jamás se había tomado tanto tiempo para sacarse una
prenda en la historia de la humanidad.
Tiró la pollerita sobre la reposera y se dio vuelta para
mirarme. Con los ojos fijos y una sonrisa victoriosa. Ella sabía que yo no
había perdido detalle de todo el show. De esa cola en ese bikini rosa. Mi
regalo de Navidad.
Al igual que la última vez que jugamos en la pileta,
elegimos equipos.
Sofía estaba demasiado concentrada en su celular, por lo que terminamos siendo
Valeria y yo contra mis primos.
El juego transcurrió sin demasiados acontecimientos, al
menos así parecía desde afuera. Pero Vale, aprovechando la poca lucidez de mis
primos y su hermana, aprovechaba cada ocasión que tenía para ponerse delante mío
y apoyarme su cola en la entre pierna. La mayoría de las veces era un golpecito
que se entendía como parte del juego, se acercaba solo para golpear la pelota y
dejarme cerca de la red. O al menos eso decía ella. Sin embargo, había veces en
que se la jugaba más. Se quedaba adelante mío a propósito cada vez que mis
primos hacían una pausa para tomar algo más de cerveza y empujaba su cola contra
mi cuerpo casi sin disimular.
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Menos mal que está oscuro – pensaba yo muriéndome
de vergüenza, porque si bien no estaba con una erección completa, la verdad es
que cada vez que sentía a mi prima contra mi cuerpo me ponía un poco duro.
No era para menos. La pendeja sabía perfectamente que me
volvía loco su cola y más cuando estaba con ese bikini puesto. Lo bien que le
quedaba.
Habremos estado jugando casi una hora entre distintos breaks
para seguir tomando cerveza. Pero un poco después de la una, mis tíos aparecieron
en el patio avisando que ya tenían pensado irse.
Mis primos habían venido por su cuenta pero aprovecharon
para también salir de la pileta y retirarse. Sofi y Vale no tenían opción ya
que habían venido con sus padres. Así que mientras la primera salió de la
pileta y agarró sus cosas, Vale pegó un grito.
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¡Yo enseguida voy! ¡Hago unos largos y salgo!
Inmediatamente empezó a nadar de punta a punta en la pileta.
Era algo que le encantaba hacer. Cuando era más chica entrenaba y competía en
natación. Ella decía que no, pero cada vez que estaba en una pileta grande se
notaba que un poco lo extrañaba.
Yo la dejé hacer y me dispuse a buscar la pelota, para
guardarla junto con la Red.
Con todos ya fuera de la pileta e incluso ya dentro de la
casa, yo estaba tratando de desajustar la red para poder sacarla, cuando de
golpe sentí que algo se pegaba a mi espalda.
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No me puedo ir sin despedirme de vos – me
dijo mi primita mientras apoyaba su mano derecha justo sobre mi entrepierna. La
izquierda la posó justo al lado de la otra, en la cara interna de mi muslo izquierdo.
Sentí un escalofrío en todo el cuerpo y me di vuelta.
No había terminado de hacer esto que ya tenía a mi prima
besándome apasionadamente. Su lengua dentro de mi boca y su cuerpo pegado al
mío. Por el ángulo en el que estábamos, no había forma de que alguien dentro de
la casa pudiera vernos.
De golpe colocó sus piernas alrededor de mi cintura y mi
entrepierna se apoyó de lleno contra ese bikini diminuto y casi inexistente.
Me importaba un carajo si alguien salía de la casa y nos
descubría. Mi brazo derecho envolvió su cintura mientras mi mano derecha se
posó y apretó suavemente el cachete izquierdo de esa cola perfecta. ¡Qué bien
que se sentía eso! ¡Cuánto tiempo había esperado para poder agarrarla así!
Sentirla así.
La apreté bien fuerte contra mi cuerpo. Ya estaba al palo y
quería que me sintiera. Quería que sintiera como la apretaba y resfregaba
contra mi paquete.
Fueron treinta segundos de los más intensos de mi vida, pero
los dos sabíamos que teníamos que parar. Teníamos que salir de la pileta antes
de que nos vinieran a buscar.
Vale salió primero. Moviendo la cola de un lado al otro mientras
avanzaba hacia la reposera. Siguió con el mismo pasito rumbo a la casa, solo
que mirando cómo yo salía de la pileta. Era su desfile de la victoria. Sabía lo
que provocaba en mí y estaba muy orgullosa. Su sonrisa se hizo más notoria
cuando vió mi entrepierna y mi indisimulable erección. Solo se limitó a mirarme
la zona, después a los ojos y levantando las dos cejas mientras sonreía tiró un
beso al aire y entró en la casa.
Mi plan era esperar un rato afuera, pero me empezaron a
llamar porque ya todos se iban, para que al menos vaya a saludar.
La verdad es que no quería acercarme a nadie. No podía.
Agarré la toalla que estaba sobre una de las reposeras y
decidí asomarme para poder saludar a todos a lo lejos. Ya estaban en la puerta
abrazándose y deseándose buen viaje. Vale incluso ya tenía la camisa y la
pollerita puestas. De todos era la única que se quedó mirándome después de que
pegué el grito de “Chau” desde el patio. Se estaba aguantando la risa. Sabía que
yo no lo estaba pasando bien en esa situación.
Finalmente, cuando la mayoría salió por la puerta principal,
me metí a la casa. Siempre con la toalla en la mano justo delante de mi
cintura, era la única forma de disimular la terrible erección que tenía.
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Bueno, yo me voy a dar una ducha y bajo a ayudar
con todo. – les avisé a mis viejos que estaban en la puerta aún saludando, mientras
encaraba hacía la escalera.
Subí rápido y fui respirando profundo ayudando a que la
erección bajara.
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¡Que pendeja hija de puta! – pensaba y
susurraba.
No podía creer que con todo el mundo ahí, se haya atrevido a
hacer eso. Me había dejado al palo, puesto en una situación incomodísima y todo
para reírse a expensas mías.
No sabía cómo pero tenía que pensar la forma de vengarme. Si
ella había llegado tan lejos, yo tenía que superarla. Faltaba una semana para
año nuevo y tenía que idear algo. Esto no se iba a quedar así.
Entré en la habitación y me saqué la remera mientras seguía
pensando en cuál podía ser la mejor forma de pagarle lo que había hecho hoy.
Desaté mi traje de baño y estaba por sacármelo cuando escuché
una voz detrás mío.
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No me iba a ir sin darte tu regalo.
Yo estaba de espaldas a la puerta cuando escuche eso. Ni
siquiera había escuchado los pasos en el pasillo, por más que la puerta estaba
abierta.
Me vi vuelta y ahí estaba. Vale, mi primita. Mirándome con
una sonrisa tan hermosa como pícara.
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No tenemos mucho tiempo, dije que subía al
baño antes de irnos – dijo mientras cerraba la puerta a sus espaldas y empezaba
a caminar hacia mí, despacio - ¿querés que te de tu regalo primito? –
dijo mientras posaba su mano izquierda en mi pecho y lentamente acercaba su
boca a la mía.
Fue un beso lento, suave, al principio solo nuestros labios
se tocaban, pero despacio nuestras bocas se fueron abriendo para dar paso a que
nuestras lenguas se encuentren. Siempre suave, siempre despacio y tiernamente.
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¿Ya no me diste mi regalo? – le pregunté.
Vale no esperó a que yo le contestara. Con la mano que tenía
apoyada en mi pecho, me fue empujando lentamente para que me sentara en la
cama.
Me acarició la cara mientras me sonreía y yo solo me
dedicaba a mirarla embobado. ¿Qué iba a hacer?
Apoyo sus manos en mis rodillas para volver a besarme
suavemente en los labios mientras doblaba sus rodillas y dejaba su cabeza a la
altura de mi obligo. Siempre mirándome a los ojos, siempre sonriendo. Ninguno
de los dos decía una palabra y yo solo la dejaba hacer, podía pedirme lo que
quisiera en ese momento y se lo iba a dar, estaba hipnotizado.
Despacio puso sus manos a los costados de mi cintura y fue
bajando mi traje de baño. Siempre mirándome, siempre expectante, como buscando
aprobación de mi parte o al menos atenta a que no hubiera oposición de mi lado.
Yo no pensaba. Mi mente estaba en blanco. No tenía la
capacidad de entender lo que estaba pasando y menos de reaccionar ante esto.
Solo me inundaban sensaciones.
Sentí el frio del cubrecamas al quedarme sin ropa bajo la
cintura. Sentí el traje de baño manteniendo mis tobillos juntos al caer este al
suelo. Pero por sobre todas las cosas lo que más recuerdo es sentir la mano de
mi prima cuando se posó sobre mi entrepierna.
Primero solo apoyó su mano tímidamente, después me agarró y
empezó a mover su mano lentamente, descubriendo y cubriendo la punta de mi
pene, era una caricia, casi como si jugara despacio con algo que podía romper o
quisiera entender cómo funciona. Mi cabeza estaba tan en blanco que mi miembro
no había reaccionado hasta ese momento.
Me fui poniendo cada vez más duro en su mano y ella lo fue
sintiendo. Sus ojos siempre clavados en los míos parecieron iluminarse aún más
en ese momento, siempre al compás de su sonrisa que me hacía entender que
estaba satisfecha con estar cumpliendo su cometido.
Ahí estaba yo, finalmente, con mi primita arrodillada entre
mis piernas y masturbándome despacio. Verla así era un sueño hecho realidad.
Por fin me estaba empezando a funcionar el cerebro, por fin estaba empezando a
reaccionar y a la vez disfrutar de ese momento.
Tenía los brazos estirados a los costados, las manos
apoyadas en la cama sosteniendo mi cuerpo para que no cayera de espaldas sobre
la cama. Involuntariamente sonreí y tiré un poco la cabeza hacia atrás. No pude
disimular el placer físico y mental que estaba sintiendo. Mi primita lanzó una
pequeña carcajada al verme hacer eso.
-
¿Te gusta lo que te estoy haciendo? – me
preguntó ya no sonriendo si no desafiándome un poco.
-
Me encanta – respondí volviendo a mirarla
fijo a los ojos y aceptando su desafío.
Vale solo sonrió mordiéndose el labio inferior mientras
apretaba un poco más y aumentaba levemente el ritmo.
-
Es el mejor regalo de navidad que recibí en
mi vida – dije mientras tiraba nuevamente la cabeza un poco hacia atrás
cerrando los ojos.
Mi primita volvió a reírse muy bajito.
-
Este no es tu regalo de navidad – me dijo
provocando que abriera los ojos y me encontrara con el techo. No entendía.
Honestamente no entendía.
Bajé la cabeza y volví a ver a mi primita, que con su mano
en mi miembro, paraba de masturbarme para jugar con su dedo sobre la punta del
prepucio. Esta vez estaba con su mirada fija en lo que estaba haciendo, por
primera vez la miré y no encontré su mirada sobre la mía.
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¿Qué? – pregunté incrédulo.
Vale me miró ya no tan sonriente, pero tampoco seria. Si
tuviera que buscar algo que la describiera, me miró decidida y divertida.
Segura de lo que iba a hacer y también entretenida al tenerme ahí genuinamente
sin idea de a qué se refería.
-
Feliz Navidad primito
Sin aviso alguno mi prima bajo su cabeza hasta mi miembro y
lo introdujo en su boca. Lo encerró con sus labios y apretó suavemente. Bajo
con su boca lo más que pudo y fue subiendo de a poco.
Yo estaba atónito. No me lo vi venir, no sabía como
reaccionar, de nuevo mi cerebro se había apagado. Solo pude suspirar mientras
involuntariamente mi cabeza se tiraba hacia atrás. Pero ese movimiento
involuntario se contrarrestó enseguida. No podía no ver esto, no podía no
disfrutar al máximo y ver lo que Vale me estaba haciendo. Rápidamente volví a
posar mis ojos sobre ella. Sobre su cabeza, sobre su nuca mientras mi primita
muy despacio y placenteramente subía y bajaba recorriendo mi pene.
Este era el momento más espectacular de mi vida. Esa chica
jovencita, hermosa y con la cola que era el objeto de mis fantasías, estaba
ahí, haciéndome una mamada en la casa de mis padres. Si, en la casa de mis
padres, porque esa chica, no era otra que Vale. Mi primita.
El placer que estaba sintiendo no tenía nombre. Sentir su
boca húmeda y caliente rodeando mi miembro, subía y bajaba despacio, después
más rápido y volvía a desacelerar.
Estaba totalmente concentrada en su tarea. Cada tanto
frenaba, la sacaba de su boca y sujetándola firmemente con su mano, pasaba su
lengua por la punta o simulaba darle un beso antes de volver a metérsela en la
boca. Si seguía así me iba a hacer acabar. Ya no me faltaba mucho. Ya estaba
pensando en cómo iba a terminar.
¿Mi primita me iba a dejar acabarle en la boca? ¿Me iba a pedir que acabe en
otro lado? Ya estaba cerca, le tenía que avisar antes de que pase.
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Vale… - le dije.
Pero desgraciadamente mientras mi primita levantaba su
mirada, algo nos interrumpió.
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¡Vale! – se escuchó desde abajo – ¡Vale!
¿Bajas? ¡Dale que nos vamos!
Era mi tía que la estaba llamando desde el comienzo de la
escalera en la planta baja. No lo podía creer, con un balde de agua fría
volvíamos al mundo real, donde no solo habitábamos nosotros dos.
Vale levantó la cabeza y me miró, todavía con su mano en mi
miembro moviéndola lentamente. Me miraba fijo como esperando que yo le dijera
que hacer.
-
… - no dije nada, solo suspiré mirándola
con extrema frustración.
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Mi vieja – me dijo
-
Si – le dije odiándome por saber que no
quedaba otra opción – tenes que ir.
Mi prima me soltó y miró a los ojos, despacio se fue parando
a la vez que yo subía mi traje de baño hasta la cintura. Para cuando terminé de
atarlo ella ya estaba en la puerta de la habitación.
-
¡Ahí voy! – gritó.
Se dio media vuelta desde la puerta y me miró frustrada por
la situación. No sabía que decirme. Tenía una cara entre frustración, bronca y
culpa. Yo sabía que dependía de mi apaciguar la situación.
-
No te preocupes, es mejor que vayas – le
dije finalmente mientras me acercaba a ella y le ponía la mano en el mentón.
-
Bueno.. – dijo haciendo un poco de
puchero – pero, ¿te gustó tu regalo?
Yo solo le sonreí y me limité a besarla en la boca mientras
apoyaba mi mano en su espalda y apretaba su cuerpo contra el mío. Quería que me
sintiera todavía duro y caliente como estaba.
-
Me encantó. – le dije finalmente mientras
le sonreía.
Vale solo me miró y volvió a sonreírme.
Nos besamos una vez más y abrí la puerta detrás suyo, dejando
el paso libre hacia el pasillo.
Empezó a caminar y alejarse de a poco, caminando toscamente,
como demostrando su enojo con cada paso que daba. Mientras tanto, en esos
segundos yo me limité a asimilar todo lo que acababa de vivir, todo mientras le
miraba la cola a mi prima. Todo había empezado por esa cola perfecta que me
tenía loco y las cosas ya habían llegado hasta acá.
Vale se dio media vuelta antes de empezar a bajar las escaleras y mientras le
sonreía y levantaba la mano para despedirla, solo pude pensar y convencerme a
mí mismo de lo que ya era obvio. No era un juego de primos. Mi prima quería lo mismo
que yo. Íbamos a terminar en la cama.
No importaba cómo pero mi primita iba a empezar el año conmigo encima de ella. Adentro
de ella. Y sobre todo, sujetando bien firmemente esa cola que me obsesionaba.
Esa cola iba a ser mía y solo mía.